El pleno de investidura se celebró el 27 de mayo en el palacio de la Lonja. La votación, pública y nominal, arrojó el resultado de 35 votos a favor del candidato --los 33 socialistas más uno del PCE (Adolfo Burriel, que luego sería sustituido por Antonio de las Casas) y uno de CDS, José Luis Merino--; 18 en contra, los de AP-PDP-UL, coalición encabezada por Rafael Zapatero; y 13 abstenciones procedentes del PAR de Hipólito Gómez de las Roces, que pronto dejaría su escaño para ir al Congreso.

Durante casi hora y media el candidato a presidente desgranó en 44 folios un prolijo programa de Gobierno centrado en las necesidades de Aragón. Con cinco puntos como pilares: el desarrollo del Estatuto de Autonomía y la consolidación de las instituciones; mejora de las condiciones de vida de los aragoneses; medidas para salir de la crisis y la reactivación económica; modernización de las estructuras administrativas; y recuperación de las señas de identidad aragonesas.

En su discurso, Marraco no se olvidó de casi nada: vivienda, regadíos, comunicaciones, bienestar social, ecología, lenguas, cultura, sanidad, desarrollo rural, pymes. El nuevo presidente, en contra de algunos sectores de su partido que le pedían mayor equilibrio, formó un Gobierno con gente de su confianza. Para algunos había demasiados exPSA, partido del que procedía el propio Marraco, e independientes.

Este era su equipo: consejero de Presidencia, Andrés Cuartero Moreno; Economía y Hacienda, José Antonio Biescas Ferrer; Sanidad, Trabajo y Acción Social, Alfredo Arola Blanquet; Industria, Comercio y Turismo, Eulogio Malo Mur (en 1985 fue sustituido por Antonio Pérez Sierra); Cultura y Educación, José Ramón Bada Panillo; Agricultura y Ganadería, Enrique López Domínguez; Transportes, Obras Publicas y Urbanismo, Amador Ortiz.