Complicado imaginar que pensaría Joaquín Costa de la situación política por la que pasamos si, como se dice popularmente, levantara la cabeza. Por el momento, el busto que corona su mausoleo en el cementerio de Torrero, en Zaragoza, sigue asomándose por encima del resto de lápidas del camposanto, que ve como se aproxima el día del año que más visitantes recibe: Todos los Santos. Y eso, en un año con pandemia, supone un nuevo quebradero de cabeza para las autoridades sanitarias.

Junto a la tumba del padre del regeneracionismo, un cartel anuncia la programación anual en el cementerio. Para el día 31 de octubre hay prevista una obra, el clásico Don Juan Tenorio, mientras que el día 1 de noviembre había previstos toda una serie de talleres y rutas. Pero todo se pensó antes de que llegara la pandemia. Hoy por hoy, todavía se desconoce el plan de actuación previsto para evitar aglomeraciones y las nuevas restricciones que pueden llegar en los próximos días por la tendencia al alza de contagios en la ciudad. Incertidumbre, dudas, a 13 días de la cita más multitudinaria del camposanto.

Sobre la mesa hay varios escenarios en los que está trabajando el ayuntamiento: más presencia policial, restringir aforos, no habilitar puntos de acceso extra… Pero esta semana que viene puede cambiar todo, dado que la DGA dictará las normas que rijan el devenir de la comunidad para frenar la expansión del coronavirus.

Así, el concejal de Urbanismo, Víctor Serrano, responsable del cementerio de Torrero, pidió el pasado jueves a los zaragozanos que adelantaran o retrasaran su visita al camposanto para evitar aglomeraciones en Todos los Santos. Pero su llamada no ha acabado de surtir efecto. Ayer mismo, la afluencia era comparable a la de otros años dos semanas antes del 1 de noviembre. Aunque como siempre en este 2020, ha habido cambios, empezando por la seguridad: en la entrada del recinto, varios coches de la Policía Nacional y Local aguardaban por si su presencia se hacía necesaria.

En la puerta del cementerio viejo, Cristian Jiménez, ofrecía su escalera a cambio de la voluntad para los vecinos que quisieran adecentar los nichos de sus familiares. «Este año he venido una semana antes y también estaré algunos días más después de Todos los Santos. Normalmente estoy solo la semana de antes y uno o dos días más», decía, para después señalar su temor a que el fin de semana festivo haya restricciones: «Me imagino que cortarán los accesos y no sé si podré estar aquí. Además, cada año hay más gente que se trae su propia escalera».

Jiménez se conoce bien el cementerio. Lleva años viniendo para estas fechas para sacarse un sobresueldo subido a su escalera limpiando nichos y colocando flores en las tumbas a las que es complicado acceder por la altura. «También pinto y repaso letras, pero por eso sí que pedimos un poco más de dinero», explicaba. Este año nota que hay algo más de gente que en el pasado, pero entre las tumbas, ayer, no se veía demasiada gente. Más gatos que peregrinos. Sí que había personas en los exteriores del tanatorio por la celebración de varios funerales.

Por uno de los pasillos centrales paseaba Carmen García con su hija y su marido. «Suelo venir el fin de semana de antes, para evitar las aglomeraciones. Pero este año nos hemos adelantado algo más», explicaba. En otro sector del cementerio otra mujer, Reyes, de la mano de su hija, contaba que habían ido por la misma razón. «Somos las dos de riesgo, así que hemos venido hoy para adecentar la tumba y ya veremos después si venimos», decía.

En la puerta, en su puesto de flores, Cristina Villacampa aseguraba que la situación era de «tranquilidad absoluta». «No estoy notando que esté viniendo más gente antes. Necesitamos concreción por parte de los que mandan para organizarnos», pedía. Por el momento, no sabe cuánto género comprar. «Si el 30 me quedo sin flores no cogeré más porque no sé cómo va a ir el día este año», añadía. Un año que ya está siendo bastante complicado para el sector.

Desde la Asociación de Empresarios Floristas, Rubén Cebollero explica que Todos los Santos es la fecha más importante para el gremio. Supone hasta el 30% de la facturación anual para muchas tiendas y es la única baza que les queda para intentar salvar el año. «La gente ya está comprando y reservando flores, porque esta campaña dura casi todo el mes. Primero se compran las flores frescas y después muchas familias compran de plástico para que duren todo el año», cuenta Cebollero, que dice que desde las propias floristerías insisten a la gente para que no se agolpen en los cementerios el fin de semana del 1 de noviembre. De nuevo, toca esperar para ver conocer cómo y cuándo los aragoneses podrán honrar a sus muertos en este 2020 fatídico.

Mémora está fabricando más ataúdes de forma preventiva

Eurocoffin, la fábrica de ataúdes del grupo funerario Mémora y la más grande del sur de Europa, está generando estoc de forma preventiva para garantizar suministros para los almacenes de la compañía en toda España, con el fin de estar preparados para posibles picos de demanda ante las afecciones de la segunda ola del covid en toda Europa. Así, Eurocoffin tiene preparado un plan de contingencia que le permitiría multiplicar hasta por tres su capacidad de producción, como ya ocurrió en las semanas más intensas de la pandemia en primavera.

Además, Mémora ha garantizado hasta ahora el descanso de todos los equipos (atención a las familias, asesores personales, logística funeraria, tanatopractores…) para poder afrontar posibles necesidades futuras. El grupo se está preparando de esta manera ante el aumento ya palpable de los contagios, que previsiblemente aumentará el número de fallecidos en lo que queda de año. Sobre los funerales, las empresas del sector están a expensas que lo que dicte a partir de ahora el Gobierno de Aragón sobre el número de personas admitido en velatorios y entierros.