El zaragozano José Ángel López, Jochi para los amigos, siempre ha aspirado a hacer cosas originales, por difíciles que fueran, y por eso, cuando se enteró por un grupo de Whatsapp de que había en marcha un concurso universal para ir a la Luna en la primera misión civil a esa parte del universo, no se lo pensó dos veces y se apuntó.

Se trata de una oportunidad, todavía lejana, que ha puesto en órbita el primer turista espacial de SpaceX, el multimillonario japonés Yusaku Maezawa, que en el 2018 compró todos los asientos de la nave Starship de Elon Musk, un total de ocho.

Es un reto, según las bases de la carrera espacial, que está reservado para personas creativas y dispuestas a ayudar a la sociedad en general y a sus compañeros de viaje en particular. Todo eso hay que demostrarlo presentando un proyecto propio que sea útil a la población mundial. Y Jochi cree que no le faltan esas cualidades, a las que él añade dos o tres más, como el espíritu emprendedor, el optimismo a todo trance y la capacidad inventiva.

No en vano ha inventado dos sistemas digitales de gran novedad: un medidor de aforos (Appforo Limitado) y la primera aplicación de móvil para reservar habitación en un hotel (Clizzz).

Plantar allí la bandera de Aragón

La nave no despegará hasta el 2023, pero Jochi, que vive en María de Huerva y exuda optimismo por todos sus poros, ya está en marcha hacia su objetivo selenita. «Mi intención es llevar productos aragoneses a la Luna y, una vez allí, plantar la bandera de Aragón», subraya el entusiasta candidato hablando metafóricamente, pues lo cierto es que la aeronave no se posará en la Luna sino que dará una vuelta completa alrededor del satélite.

«Ya me veo ahí arriba», dice sin un atisbo de duda este educador social y monitor de campamentos que, hace unos años, se metió de lleno en el mundo digital y desde entonces no para de buscar la forma de «mejorar la vida de la gente con aplicaciones prácticas».

De hecho, señala, sus sistemas Clizzz y Appforo Limitado «se van vendiendo bien», pero a costa de un gran esfuerzo personal. «Me compré una furgoneta Volkswagen California y me fui por toda España para dar a conocer mis productos», explica.

En esas estaba cuando la crisis del coronavirus le obligó a suspender todas sus presentaciones y a regresar a casa. Y ahora está ilusionado con volver a salir mundo adelante e incluso más allá. Solo que la Luna dista 384.000 kilómetros del paseo Independencia.

Un millón de candidatos

Aunque esa no es la mayor dificultad en el camino al triunfo. «Hay en torno a un millón de candidatos de todos los países», cuenta Jochi, al que semejante número de oponentes no le causa un vértigo especial. «Si no me eligen a mí, mi desilusión será cero, se habrá convertido en nada algo que apareció de la nada», confiesa.

Pero aún es pronto para desanimarse. El concurso no ha hecho más que empezar. Lo primero era apuntarse y él, empujado por los amigos, ya lo ha hecho. «Ahora viene el cribado de los proyectos de los aspirantes, antes de la pasar a la siguiente fase, que no sé en qué consiste ni dónde será», comenta.

Las cosas no le van mal de momento. Varias marcas comerciales aragonesas se han puesto en contacto con él para que lleve sus productos a la Luna y, de hecho, en su equipaje lunar seguro que figurarán unos caramelos adoquines. «También, aparte de la bandera, me propongo pegar en el casco unas cintas de la Virgen del Pilar», dice.

Pendiente de la cuenta atrás

Además, para dar a conocer su candidatura, Jochi ya ha emprendido una campaña en las redes sociales en la que se le puede ver en un montaje en la Luna junto al empresario Maezawa y el pequeño Nicolás. Y en otra imagen promocional aparece flotando en el vacío con unos adoquines y una bandera de Aragón.

La apuesta es difícil, reconoce el candidato a astronauta zaragozano. Pero también se dice que no tiene nada que perder, porque una aventura así encaja en su mentalidad abierta y en su búsqueda de artilugios inauditos que faciliten la vida de la gente. Es más: sin ningún esfuerzo, Jochi ya se ve a sí mismo sentado en la nave espacial, pendiente de la cuenta atrás y, de repente, despegando en medio de una grandiosa humareda y atravesando extasiado el espacio sideral.