Por primera vez en Zaragoza, el ayuntamiento y representantes del sector turístico han sido capaces de consensuar una estrategia conjunta a cuatro años, entre el 2017 y el 2020, para potenciar la llegada de visitantes y salir a la búsqueda de un perfil distinto al actual, más basado tradicionalmente en la oferta religiosa y monumental, para dar con otro que se sienta atraído por otras potencialidades que reporten más dinero a la ciudad y no solo a los turoperadores. Es el principal punto débil de este mercado que «va a la baja» aunque, no en vano, ha relanzado las cifras de visitas en los últimos años. Una hoja de ruta basada en la idea de trasladar al exterior que la capital es y puede ser un «escenario permanente» de «emociones» donde sus alicientes van más allá del casco histórico y sus edificios religiosos, que atraen a un público «muy numeroso pero que deja pocos beneficios».

El Patronato de Turismo estuvo a punto de dar el visto bueno a un documento en el que llevan trabajando desde hace un año más de 200 agentes de forma participada. Solo las rencillas políticas de última hora obligaron a posponer su aprobación, pero los objetivos, ya definidos, plantean una serie de medidas a aplicar año tras año.

Las primeras, según explicaron el teniente de alcalde de Cultura, Fernando Rivarés, y el gerente del patronato, Enrique Pérez, serán por ejemplo usar la figura de Francisco de Goya para vender la ciudad en el exterior, promocionarse en ciudades hasta ahora menos interesadas en la capital, o trabajar con los denominados big data que permitan profundizar en el márketing en internet, más directo y con más impacto. O segmentar nuevos perfiles de visitantes con el análisis de datos que hoy en día ya facilitan las compañías de telefonía o los bancos para conocer los hábitos de consumo en las ciudades. O que los artistas que estén de gira fuera hagan de «prescriptores turísticos de Zaragoza».

Se trata, defendió Rivarés, de «distribuir mucho más al turista por los distritos de la ciudad», ya que hasta ahora la oferta religiosa y monumental acaba concentrándoles sobre todo en el casco antiguo. «Ya en las pasadas fiestas del Pilar se hizo y dio buenos resultados», añadió.

También se plantea ofrecer información a los niños en edad escolar para que conozcan bien la ciudad, planes específicos para la infancia, e «implicar a los habitantes» en general en que «conozca, ame y venda» la capital fuera de ella.

Una hoja de ruta en la que también conviene evitar lo que denominan la «turistificación», que no es otra cosa que plantear una oferta que no termine derivando en una masificación que acaba perjudicando a los residentes. Barcelona es, en este sentido, un claro ejemplo a evitar.