Dicen los expertos que lo vivido ayer en Zaragoza en pocos minutos no fue tan grave como lo sucedido el pasado 11 de julio, cuando una fuerte tromba de agua, acompañada de rachas de viento de más de 100 km/h y granizo sumió a la ciudad en el colapso. Pero a la vista de los efectos causados, salvo que en agosto hay menos vecinos por las calles, muchos revivieron lo ocurrido hace solo un mes. Decenas de árboles caídos en la vía pública y los parques; mobiliario urbano y contenedores que, literalmente, volaban por la fuerza de un viento que, según la Aemet, alcanzó los 109 km/h; calzadas anegadas en la margen izquierda; y el tranvía cortado por la inundación del paso inferior de Parque Goya. Son algunas consecuencias, que como el 11 de julio, devolvían el caos en pocos minutos. Treinta fue lo que duró, en los que cayeron 7 litros por metro cuadrado.

Una muestra evidente de lo sucedido se constataba en el teléfono de emergencias del 112, que quedó desbordado en los primeros momentos de la fuerte tormenta, poco antes de las cinco de la tarde, cuando atendió 205 llamadas en solo 40 minutos. A las dos horas la cifra se elevaba a las 720 alertas ciudadanas. También se vivió en la Policía Local y los Bomberos de Zaragoza, que tuvieron que lanzarse a las calles con todos los efectivos porque se acumulaban las incidencias: más de 150 que atender en poco tiempo, según las fuentes oficiales.

Y no era de extrañar a la vista de la imagen a pie de calle en muchos barrios de Zaragoza. La tormenta golpeó con especial dureza a la margen izquierda del Ebro esta vez. Ahí se localizaban buena parte de los «39 árboles caídos a la vía pública» que lleva contabilizados el ayuntamiento. E innumerables ramas, algunas de gran tamaño. Justo la semana en la que la contrata de parques acababa de retirar los últimos restos arbóreos de los 533 que cayeron el 11 de julio. Ese día se hablaba de medio centenar. Habrá que ver cuántos acaban siendo en esta ocasión.

Uno de esos ejemplares derribados fue el causante de que la línea del tranvía, también como en julio, tuviera que ser cortada. Esta vez apenas una hora, porque en torno a las 17.00 horas un árbol de gran porte cayó sobre la catenaria a la altura de la parada de María Montessori. Y sumado a la inundación en Majas de Goya, el servicio se veía obligado a interrumpirse. Aunque a las 17.53 horas, según fuentes municipales, se restableció en el Actur.

Coger el coche no era una opción para los conductores que vieron cómo hasta 13 calles -según los datos oficiales- quedaban cortadas por la tormenta. Siete de ellas (Somport, Madrina Salinas, Elvira Hidalgo, San Juan de la Peña, Pantano de Yesa, Valle de Pineta y Unceta) por los árboles de gran porte caídos. Tres más (Ronda de Boltaña, Che Guevara y Torrecillas) por haber quedado anegadas y otras tantas (Artieda, José Oto y La Virgen, en Montañana) por la caída de un cable del tendido eléctrico.

AYUDA VECINAL // Tampoco era seguro dejarlo estacionado, ya que parecía una auténtica lotería que el árbol más próximo pudiera llegar a desplomarse en cuestión de segundos. Especialmente llamativa era la imagen de San Juan de la Peña, en la que varios ejemplares fueron cayendo al suelo y eran los propios vecinos los que arrimaban el hombro para ayudar a la Policía Local y a los Bomberos a apartarlos de la calzada. La tromba de agua ya había pasado y el viento se marchaba hacia el sur de la provincia de Huesca y la comarca de Los Monegros.

Mientras, muchos bloques de viviendas constataban la inundación de sus garajes, o alertaban de cómo sus contenedores de la calle habían salido volando por las fuertes rachas de viento. Por suerte no hubo daños personales que lamentar en estos minutos de caos en Zaragoza, pero sí materiales. Porque arrastró a la vía pública muchas más cosas: cascotes y otros elementos de fachadas y cubiertas de edificios, antenas de televisión, toldos... Hasta elementos de zonas de juegos infantiles acabaron en mitad de la acera ayer.

En el aeropuerto, como ya es costumbre cuando llueve copiosamente, se inundó el vestíbulo, pero además la tormenta obligó a desviar vuelos. Y en los servicios ferroviarios, los 25 usuarios del tren regional Zaragoza-Calatayud vieron cómo su convoy se veía obligado a recular hasta Épila donde estuvieron detenidos durante una hora y 15 minutos porque un árbol cayó en Calatorao sobre la catenaria y la vía. Un día más que gris en Zaragoza.