A cientos de kilómetros de Plasencia, en Zaragoza, miles de fieles de la religión roja se agarraban al corazón para que no se les saliera del pecho. El tiempo agonizaba y el resultado agobiaba. La crudeza del 2-0 era tan cercana como la tranquilidad del 1-1. Todo estaba preparado para otro final de infarto. Pues, no. "Canasta de Hill... triple de Ciorciari... otra de Otis... asistencia del argentino", anunciaban por la radio, por la tele sin parar. El Diego y Big O evitaron un sufrimiento inaguantable. Se elevaron como héroes en un último cuarto magistral y empujaron al equipo a una victoria vital para recuperar el pulso perdido el viernes y encarrilar la serie hacia la seguridad de Zaragoza.

Ni a Otis ni a Diego les quemó la pelota, todo lo contrario, se mostraron voluntarios para ir a primera línea del frente y resolver los ataques de mayor responsabilidad. Los dos superaron la veintena de puntos --Otis, 24 y Ciorciari, 20-- pero desvinculan el triunfo a su labor individual y hablan en plural sobre la victoria. "Lo importante era ganar, no la actuación individual", recalcan.

COMO MARADONA El talento de Diego apareció en el mejor momento. No suele ser un anotador voraz, pero el domingo el equipo le reclamó. Se lanzó a por el aro rival con fiereza y, además, elevó su nivel defensivo para secar a Gianella. "Al descanso llevaba 22 puntos y 14 eran de contragolpes. Le cambiamos la defensa, le apretamos más. Defendimos duro y recuperamos el rebote. Eso fue clave", recuerda el base.

Y Diego triunfó en La Bombonera (extremeña), como su ídolo Maradona en la de verdad, en la de Boca. Ciorciari es como el otro Diego, lleva la pelota en un lado y el alma en el otro. El deporte es sentimiento, si no no tiene sentido. Cuanto más ruido, cuanto más le abuchean, menos se esconde. Ese arma de doble filo fue letal en el infierno del Jerte. "Hacía mucho que no jugaba en un ambiente así. Era como una final de Liga. Me incentiva más. Me molestó que nos llamaran club de ricos. Yo siempre estuve en equipos pobres, que no tenían dinero ni para fichar extranjeros. La victoria fue doble por ese motivo", comenta el argentino.

UNA ESPINA CLAVADA Otis elevó su puño al cielo, con rabia, para que le vieran todos en Plasencia. No fue necesario. Lo habían visto bien, muy bien, con la boca abierta y las manos en la cabeza. Big O necesitaba sentirse jugón , que el equipo supiera que estaba allí para ganar el partido. El primer día estuvo ausente, encarcelado a faltas por la discriminación de los árbitros a todo lo que oliera a CAI. El domingo se quitó la espina y bailó claqué en el poste bajo a pesar de la estopa de Rubio. Era imparable. "En el primer partido me descentraron un par de cosas. El domingo me aparté de eso y me concentré en mi juego. Quiero demostrar todos los días que soy un jugador ACB", insiste Hill.

TRISTE POR LESTER Otis se ha acoplado a la perfección a su nuevo compañero de viaje. Añora a Lester, su amigo, pero razona la decisión del club. Con Walls se siente cómodo. "Rocky es un excelente reboteador y defensor y anota más que Earl. Estoy triste porque se fuera Lester, pero hay que ser respetuoso con las decisiones del club. El equipo necesitaba un cambio", asiente el neoyorquino, que prefiere anotar menos y que el equipo gane: "En la Liga metí 28 puntos ante el Plasencia y perdimos. Prefiero no anotar tanto y ganar".

Tanto Ciorciari como Hill olvidan ya la batalla ganada y se centran en el futuro y en llegar a semifinales sin volver a Plasencia. "En un playoff siempre quieres ganar en casa, pero el Plasencia es un buen equipo que no va a rendirse. Pero si cada uno hace su trabajo nadie nos puede parar", apunta Otis. Ciorciari también tiene su camino para llegar el 3-1 y a las semifinales: "Ahora son ellos los que tienen presión y en todo el año no la han tenido, porque nacieron con la idea de mantenerse. Si defendemos duro, sobre todo a Gianella, reboteamos bien y salimos rápido tendremos la eliminatoria más cerca", dice Ciorciari.