No hay remedios para un buque que hace aguas por doquier. A lo largo de esta travesía en alta mar, los sucesivos cañozanos recibidos dificultan que el navío azulgrana se mantenga a flote. Ayer el Huesca desaprovechó una nueva oportunidad para comenzar a reparar los daños. Era el momento de demostrar que ese fútbol que el aficionado pudo ver ante el Levante no fue fruto de la casualidad, sino que lo lleva inscrito en su código genético.

El once que presentó Francisco en Vigo invitaba al optimismo. Los mismos jugadores que se enfrentaron al conjunto granota en El Alcoraz saltaron al césped de Balaídos dispuestos a amarrar, de una vez por todas, esa segunda victoria de la temporada que tantas veces se les ha escurrido de las manos.

No importó que el graderío estuviera cubierto del color azul de las elásticas celtiñas. Cordero Vega decretó el arranque de la contienda y el Huesca, bien aleccionado sobre las virtudes del conjunto celeste, impuso su ley en territorio hostil. Los jugadores fueron conscientes de que una buena presión a la salida del balón del rival nublaría su juego, y eso les permitiría poner en complicaciones al guardameta.

La fórmula dio resultado. Gallar probó los reflejos de Rubén Blanco desde la frontal con un disparo que el arquero atajó sin problemas. Segundos después, Rivera pudo anotar con facilidad un remate de cabeza que se perdió a escasos centímetros de la escuadra. Segundo fallo consecutivo. Dos ocasiones claras para adelantarse y que dejaron clara la poca eficacia ofensiva de los azulgranas, uno de los principales lastres en sus compromisos por los estadios de Primera.

El fútbol fue generoso, y les concedió una tercera oportunidad para demostrar sobre el marcador esa superioridad que se observaba en el terreno de juego. Ferreiro buscó batir a Rubén por abajo, con un disparo que el arquero desvió a los pies de Moi Gómez. El centrocampista armó rápido la pierna para endosar el esférico en las mallas, aunque el joven cancerbero se rearmó con celeridad y frustró una nueva ocasión. La fe del portero se trasladó a sus compañeros, que poco a poco comenzaron a notar que la presión oscense se reducía.

El público de Balaídos es exigente. La situación del equipo que comanda Miguel Cardoso no es del agrado de los aficionados, que castigaron la pasiva actitud de sus campeones ante el colista con una sonora pitada. La reprimenda surgió efecto. En apenas tres minutos, y con una genialidad perpetrada por Brais Méndez, Hugo Mallo y Iago Aspas, despertaron a los fantasmas que persiguen al conjunto altoaragonés esta temporada.

Una pizca de verticalidad y juego combinativo fue suficiente para conseguir tambalear el endeble muro defensivo del Huesca. Con una pared entre Hugo Mallo y Brais Méndez, el lateral fue capaz de sobrepasar a Akapo, penetrar en el área y poner un centro perfecto a los pies de Iago Aspas, totalmente desmarcado, que solo tuvo que empujar el balón a lo más profundo de las redes.

Otra vez por detrás, otra vez por culpa de un error defensivo. El esfuerzo y el compromiso de los pupilos de Francisco no era suficiente. Había que pensar una solución para dar la vuelta a un encuentro cada vez con más escollos. Ya en la reanudación, Francisco apostó por Gürler y Chimy Ávila, aunque ya era demasiado tarde. El tanto del ariete internacional del Celta causó enormes estragos psicológicos a una plantilla que recordó al equipo con Leo Franco en el banquillo. Aquel que deambulaba sin rumbo y sin identidad.

El Celta se percató de este handicap, y optó por elaborar una buena disposición en el verde para evitar posibles daños y dejar a los oscenses ser los dueños del juego. La falta de ideas, acompañada de la presión que crea la cuenta atrás del reloj, provocó que la mayoría de efectivos azulgranas se sumasen a las ofensivas en campo gallego para buscar el empate. Cayeron en la trampa. En uno de esos estériles ataques, Iago Aspas se quedó descolgado, en una posición perfecta para recibir un balón largo y matar el encuentro. Y así fue. Ni la velocidad de Carlos Akapo fue suficiente para parar al delantero que, con clase, se zafó del lateral oscense y batió sin problemas a Jovanovic. En esa carrera, Akapo terminó con un tirón en su pierna derecha que le obligó a retirarse a escasos minutos para del final.

La casa azulgrana se estremece con facilidad. Sus cimientos no están bien asentados y necesitan una reforma con urgencia. Ya está dada la alerta por derrumbe, el tiempo dirá si, finalmente, no se viene abajo.

CELTA, 2: Celta: Rubén; Hugo Mallo, Costas, Araujo, Juncá; Brais (Beltrán, min 75), Okay, Jozabed, Boufal (Hjulsager, min 62) ; Maxi Gómez, Aspas (Emre Mor, min. 87).

HUESCA, 0: Jovanovic; Miramón, Pulido, Etxeita, Akapo; Musto (Aguilera, min. 45), Moi Gómez, Rivera, Álex Gallar (Gürler, min. 45); Ferreiro (Ávila, min. 62), Cucho Hernández.

Goles: 1-0 Iago Aspas, min. 39; 2-0 Iago Aspas, min. 76.

Árbitro: Cordero Vega (Colegio Cántabro). Amonestó con tarjeta amarilla a Boufal y Rubén por parte del Celta; y a Cucho Hernández, Musto y Etxeita por parte del Huesca.

Incidencias: 13.463 espectadores en el partido correspondiente a la decimocuarta jornada de la Liga Santander, disputado en el estadio municipal de Balaídos.