Se dice en la cultura popular que los niños vienen al mundo con un pan debajo del brazo. Alba Barrau nació en Villanova, un pequeño pueblo de La Ribagorza que, en su época más boyante, allá por los años 20 del siglo pasado, contaba con unos 350 habitantes. Hoy en día se ha reducido a la mitad, pero sigue teniendo un encanto especial.

Creció rodeada de montañas y de naturaleza y al vivir en pleno Pirineo «estaba siempre fuera de casa y haciendo deporte». Y por si fuera poco «siempre ha habido bicicletas en casa, aunque más para hacer paseos». El cóctel estaba ya hecho y solo faltaba mezclarlo.

El agitador fue su actual pareja. Es un amante del ciclismo en todas sus formas, se apuntaba a carreras y Alba le acompañaba. Así hasta que un día le dijo que también podía participar y hacerlo bien. Él le contestó que no y se picó en el buen sentido de la palabra. Simplemente por seguir compartiendo tiempo juntos y «tomármelo como un reto». Desde entonces no para de seguir superando obstáculos.

Entonces llegó el verano del 2012, cuando hizo su primera carrera después de un periodo de preparación. Hace cuatro días como quien dice. Pocos meses después, los amigos, que reconoce entre risas que le lían para hacer carreras y afrontar nuevos retos, al competir «me empezaron a organizar un poco en cuanto a entrenamientos para encontrarme mejor y ahí es cuando comencé a entrenar, que nunca lo había hecho y hasta me sonaba raro».

Desde entonces y hasta ahora ha sido campeona de Aragón en la categoría de XCO (distancia olímpica) en el 2015 y 2016; y en maratón en 2015 y 2016. Por si fuera poco, también ha logrado buenos resultados en pruebas nacionales y ha participado en dos Copas del Mundo, ambas en Andorra. Se lo propuso, logró los puntos UCI, y ahí que fue.

Una vida ocupada

Alba es arquitecta y profesora de esquí en la estación de Cerler. Aprovecha el invierno para cargar pilas y vivir entre la nieve y las montañas y, cuando el buen tiempo se instala, vuelve a sacar la bicicleta para preparase de cara a la competición. Reconoce que es difícil compaginar, pero llega a todo: «Me falta tiempo y cuando lo tengo lo lleno con cosas. Estoy acostumbrada a hacer siempre cosas, así que el tema está en la organización total, semanal e incluso mensual», cuenta.

Por ello, a partir del 2016 contrató a un entrenador, sobre todo para optimizar al máximo las sesiones, porque su tiempo es poco y de oro. «Ahí es donde veo que se puede hacer todo, hacer clase en invierno, seguir con mis proyectos por la tarde y entrenar». Mientras tanto, como el «mundillo me estaba gustando» siguió progresando pasito a pasito. O pedalada a pedalada más bien. Porque quizá empezó a competir por casualidad o por probar, pero para ser campeona se necesita estar hecha de una pasta especial. Y Alba tiene ese aura de ganadora. Eso sí, desde que comenzó, a pesar de sus victorias y logros, se queda con que «poco a poco voy consiguiendo más metas y que todo lo aprendido me sirve en el presente».

Entonces, entre los buenos resultados, el gusanillo de la competición que seguía picándole y los viajes alrededor de la geografía española surgió el gran reto, uno al alcance solo de las mejores. Paola, una amiga de Valencia, un buen día le comentó que si podrían luchar por lograr los puntos UCI que le permitieran participar en la Copa del Mundo. «Me ha liado mucho en este mundo», reconoce. El caso es que Paola lo logró: «Era a final de temporada, en otoño, y le dije: ‘Paola, estás loca. ¿Cómo vamos a ir a una Copa del Mundo si no somos nadie?’. Solo estar allí y entre las mejores… Me convenció», relata. Y así dos veces, en el 2016 y 2018, ambas en Andorra. La experiencia mereció la pena.

En el horizonte están también los Nacionales, aunque es un propósito muy complicado por la ajetrada vida que tiene Alba. «Un podio en categoría élite, la máxima femenina, pienso que está reservado para gente que se dedica por y para el ciclismo. Cuando es un complemento más porque nos divierte, es una pasión y quedamos con los amigos y esas cosas creo que tenemos una limitación. Vencer en un Campeonato de España lo logran los que están dedicándose al 100% y todos los días». Pero Alba venía de cero y fue campeona de Aragón. Quién sabe si en el futuro puede asaltar los puestos de honor a nivel nacional. Madera tiene para ello, piernas también y, sobre todo, muchas ganas.