José Casabona comenzó a hacer atletismo de forma tardía, a los 16 años, en la Universidad Laboral de Alcalá de Henares. Después le ofrecieron una beca en la Residencia Blume donde estuvo diez años. No se le podía pasar por la imaginación que sería olímpico en Moscú.

"En Alcalá me hicieron unas pruebas y en mi curso gané los 50 lisos y el kilómetro. Me metieron entonces en la selección para competir frente a otros colegios". Allí conoció a su único entrenador, Manuel Pascua Piqueras. "Vive por y para el atletismo. Siempre lo he conocido como entrenador y sigue con la misma ilusión de siempre", dice.

Casabona hizo sus mejores marcas teniendo ficha por la Federación Madrileña. "Al principio en Madrid no sabían que era de Aragón. Comencé en el Vallehermoso y cuando desapareció estuve en el Galgo, La Coruña, el Salamanca, Oviedo, Scorpio", explica el zaragozano.

La meta de Moscú

Tras una año 79 en el que batió la plusmarca nacional de los 400 vallas, encaraba el año olímpico con ganas. "Pensé que en el 80 estaría mejor, pero me pasé entrenando. Me preparaba mañana y tarde y me lo tomé muy en serio. Pero pienso que debería haber descansado más", afirma.

A Casabona le tocaron las eliminatorias a las diez y media de la mañana. "Fui el primero por tiempos que se quedó sin pasar a la semifinal. Con la marca del año anterior podría haber estado en la final". También fue olímpico en el 4x400 con Hornillos, González y Trabado, acabando en el puesto duodécimo.

Esta semana ha comenzado su labor como preparador físico del CAI Zaragoza. En el equipo aragonés de la Liga LEB lleva dos años trabajando. "El año pasado nos faltó un poquito para lograr el ascenso. Esperemos que este curso se logre. Es un equipo hecho para subir".

Casabona lleva tres años trabajando como profesor de educación física en el instituto de El Portillo. Es muy diferente llevar la formación de un grupo de chicos que de unos deportistas de élite. "Llevo chavales de 12 a 17 años. Esas edades son muy críticas", asegura, para después asegurar sobre su profesión que "los chicos de estas edades están consentidos y no tienen disciplina. Esto depende de los padres, y no vienen al colegio educados de sus casas", explica el exatleta.

El fútbol es su pasión inconfesable. Hizo los cursos de entrenador de primer y segundo nivel. "Llevé al Atlético Delicias juvenil y fui seleccionador femenino de Aragón. En fútbol se entrena poco y no tiene nada que ver con el deporte individual donde te machacas".

Con 47 años tiene un aspecto inmejorable y de la impresión que está como en sus mejores años de atleta. Lo consigue haciendo tres días a la semana trotes. "Con esto y con las pesas intento mantenerme en forma", concluye.