"Revuélvete en la tumba, Babe". La pancarta que un adolescente seguidor de los Red Sox se llevó el miércoles hasta el estadio Busch de San Luis fue premonitoria. Con una ventaja de 3-0 en la final de las series mundiales ante los Cardinals, los de Boston estaban a sólo un paso de acabar con la maldición del bambino que según la leyenda --y los resultados-- les perseguía desde que en 1920 traspasaron a su más rutilante estrella, Babe Ruth, a sus archirrivales neoyorquinos, los Yankees.

Algunos soñaban con una obra de arte en siete partidos, una victoria por cuatro a tres. Pero los Sox no quisieron esperar: llevaban haciéndolo desde 1918. En noche de eclipse, un 3-0 en el cuarto partido les reencontró por fin con el título, y además lo alcanzaron sin ceder ni un partido en la final.

"Lo conseguimos, somos los campeones", decía sin necesidad de añadir nada más Manny Ramírez, votado como el mejor jugador de las series, en las que los Red Sox se convirtieron en el primer equipo en ganar ocho partidos consecutivos de play-off .

"En lo que a mí respecta, una victoria en las series mundiales es ya de por sí una obra de arte", dijo el manager general, Theo Epstein. Este joven de 30 años, graduado en derecho y seguidor del gurú teórico new age del béisbol Bill James --que asesora a los Sox desde hace dos años-- sabe bien lo que es el arte: su abuelo y su tío abuelo gemelo fueron guionistas de Casablanca .

Extasis previo

Babe Ruth se ha quedado sin poder. Se ha roto la maldición. Y, para mayor placer de los habitualmente miserables pero siempre incondicionales fans de Boston, la bendición llega tras haber derrotado en la fase previa a los Yankees. Ahí sí que hubo arte: tras caer peligrosamente en las Series del Campeonato de la Liga Americana hasta el 0-3, los Red Sox protagonizaron una histórica remontada hasta hacerse con el hueco en la final. Hablar de placer es poco. Lo que se vivió fue el éxtasis.

La celebración mañana se anuncia poderosa, pero también controlada. El alcalde de Boston, Thomas Menino, confirmó que habrá un desfile al que se calcula que acudirán cinco millones de personas pero advirtió también de que no habrá fiesta posterior, alegando para ello motivos de seguridad. Cuando los Patriots ganaron la SuperBowl este mismo año, la fiesta se volvió violenta. Y cuando la semana pasada la ciudad celebró la derrota de los Yankees, una joven de 22 años murió a manos de la policía.

Presagio para Kerry

Entre los millones de fans que han pasado literalmente todas sus vidas esperando la victoria y que por fin pueden celebrarla está John Kerry, el candidato demócrata a la Casa Blanca. Ayer, el senador de Massachusetts recordaba extasiado que a principios de la campaña alguien, dejando clara su apuesta por la reelección de George Bush, anunció: "John Kerry no será presidente hasta que los Red Sox ganen las series mundiales". En un mitin en Ohio, luciendo una visera de su equipo, Kerry pudo exclamar: "¡Estamos en camino!"