La delegación olímpica de Estados Unidos se ha propuesto un doble objetivo en los Juegos de Atenas. Por un lado, superar de nuevo la barrera de las 100 medallas, que sólo fue capaz de rozar hace cuatro años en Sydney, donde conquistó 97, 39 de ellas de oro. Por otra, quiere ofrecer en las pistas y en las canchas una imagen intachable que restituya su dignidad como país deportivo, tras verse sacudido por el incesante escándalo del dopaje.

"Lo más importante es que cada medalla sea conseguida dentro de un espíritu de máxima deportividad y limpieza", aseguró ayer Darryl Seibel, portavoz del Comité Olímpico de EEUU (USOC). El equipo no ha escamoteado esfuerzos para ensalzar su imagen. El USOC ha recurrido a antiguos campeones para que aleccionen a los nuevos deportistas estadounidenses sobre "el honor y el privilegio" que significa representar a un país en los Juegos Olímpicos. Bob Beamon, el hombre que saltó 8,90 metros en México-68, y Janet Evans, la legendaria nadadora, desarrollarán ese papel de enlace entre los legendarios campeones del pasado y los que pretenden serlo ahora.

Con esa deportividad, el objetivo que se persigue es enterrar actitudes arrogantes en las celebraciones de las victorias y, sobre todo, dejar en el olvido el escándalo del dopaje que ha azotado con fuerza el deporte estadounidense desde que se detectó su conexión con un laboratorio de California, Balco, que fabricaba una nueva sustancia (la THG) indetectable hasta hace unos meses.

MEJOR QUE RUSIA Y CHINA La máxima estrella del atletismo de EEUU, Marion Jones, apenas se ha clasificado para la prueba de longitud de Atenas, mientras que su compañero, Tim Montgomery, no ha logrado plaza en 100 metros. Dos velocistas más, Torri Edwards y Calvin Harrison, están pendientes de la resolución de sus respectivos casos de dopaje.

Con esos nombres, o sin ellos, EEUU se ha propuesto superar las 100 medallas y ser el país más laureado, por delante de otras potencias como Rusia, China, Australia y Alemania. La barrera de las 100 medallas ya fue superada en 1992 (Barcelona) y 1996 (Atlanta), sin contar las 175 de Los Angeles en 1984, cuando no participaron los países del bloque del Este por un boicot político.