--El año anterior ya había sido irregular. Lillo vino y no duró ni cinco partidos.--Llegó en el peor momento. El listón estaba muy alto, porque veníamos de casi ganar la Liga. Él llegó con su propia idea de juego, intentó llevarla a cabo y no le dio resultado. La verdad es que yo tenía más posibilidades de jugar con él.

--Con todo, ¿cómo valora su estancia en Zaragoza?--La afición era exigente. Tengo muy buenos amigos en Zaragoza y me dio pena porque yo estaba en la mejor época de mi carrera con 25 o 26 años y me hubiera gustado que hubieran contado más conmigo y que el equipo hubiese respondido mejor. De hecho luego fui a Sevilla y di mi mejor rendimiento. Me quedó un sabor de decir: 'joder, podía haber hecho buenas cosas allí'.

--Dicen que los jugadores del Zaragoza calientan con un preparador en la banda desde que usted se lesionó en un Ciudad de Zaragoza por no estirar.--El entrenador me sacó en el último minuto en un partido amistoso. Salí medio frío y me pegó una rotura. No sabía que lo habían corregido, pero me alegro (ríe). Luego el entrenador me dijo: 'no tenía que haberte sacado'. Le puede pasar a cualquiera.

--Ha dicho que la afición era exigente. ¿Cómo la recuerda?--La gente por la calle era encantadora, porque el aragonés es buena persona, pero en el campo sí son muy exigentes. También tienen razón, porque la ciudad está entre las cinco mejores de España, el estadio lo merece y su historia también; se junta un poco todo. El sevillano, por ejemplo, es menos exigente.

--¿Eso afecta al futbolista?--El jugador no se puede escudar en eso. El aficionado va al campo, paga su entrada y tiene derecho a expresarse como quiera. No le daba mucha importancia.

--¿Cómo ve al equipo ahora, lejos de la cabeza en Segunda?--Como no estoy ahí, no conozco los motivos por los que está así. Puedo imaginármelo. El Zaragoza tiene que tener jugadores muy buenos y con experiencia, porque tiene que estar arriba, tiene que ganar, tiene una afición exigente. Por todas sus circunstancias, tiene presión. Pero como muchos otros, como el Valencia, como el Atlético... Está en esa línea y me parece correcto. La exigencia que te marca el club es alta, entonces si no fichas bien, se puede dar esta situación. La afición silba y a los jugadores les pesa esa situación. No es fácil ni siquiera para los mejores.

--Desde luego, ahora a los mejores no los tiene.--También es cierto que todos los jugadores quieren ir al Zaragoza. Para los jugadores que despuntan en el Madrid B o el Barcelona B y que por la razón que sea no siguen allí, el Zaragoza es un equipo atractivo. Al final, el club también se aprovechará de eso, para tener mejores futbolistas que los demás, sabe que quieren ir a jugar allí.

--Hablando de exigencia, usted debutó con el Depor con 17 años. Era la gran promesa gallega.--Sí, eso te genera mucha presión. Cuando eres joven, no es bueno que te ocurra. Aunque para mí fue fantástico, yo nunca había soñado con jugar en Primera. A lo mejor había una expectativa desproporcionada, poque era la época del Superdepor, que era una maravilla, y eso nos encumbró un poco a todos. En el Deportivo no salía ningún jugador nunca de la cantera. Entonces salimos Fran, José Ramón, yo... Vi jugadores de primera talla mundial, como Bebeto, Mauro Silva, Recarte...

--¿Qué pasó con Lendoiro cuando usted se marchó?--Lo que ocurrió es que el presidente no me ayudó a quedarme. Lo suyo hubiera sido una cesión. No tenía contrato porque él no lo quería hacer. Le dije: 'oye hazme un contrato normal, cédeme y así cojo experiencia, porque quiero jugar en el Deportivo'. Pero no me recibía. Eran unos modos de operar incomprensibles.

--Se dice que contrató un detective para seguirle...--Lendoiro, ya se sabe... Él jugaba al límite, también de una manera un poco absurda, porque los jugadores no somos tan mentirosos. No sé si me puso un detective o no, pero luego me llevaron a un juicio absurdo.

--¿Su carrera estuvo a la altura de su talento?--Fue lo que fue. Con los años fui mejorando mucho. En mis primeros años era un jugador muy irregular. La época que me tocó fue buena para ganar dinero, pero no para jugar, porque la competencia era durísima. Yo recuerdo nuestro centro del campo, que era Kily González, Toro Acuña, José Ignacio, Aragón, luego vino Galletti, que costó no sé si 800 millones. Competir con ese tipo de gente no es fácil.

--Le quedó tiempo para estudiar dos carreras...--Derecho y tres años de Empresariales. Yo estaba en las ciudades solo y estaba soltero, así que me servía para integrarme y conocer gente de mi edad para no ir solo con futbolistas.