Nieves Gil lleva desde el otoño pasado más lejos de lo que desearía de su querida montaña. Ahora trabaja de ingeniera forestal en Teruel y tiene mucho más cerca el mar Mediterráneo que su Hecho natal. «En Teruel estoy bien. Preparo las oposiciones de forestal. Me adapto a todo. Teruel es como Huesca, pero me pilla un poco lejos del Pirineo», indica la altoaragonesa. La mayor parte de su trabajo es de oficina y se encarga de espacios naturales como la Laguna de Gallocanta o Rodeno. «Es enriquecedor que lo que se plantee en una oficina se traslade al campo. Aunque me gustaría más estar al aire libre».

Cuando llega a la cima del Monrepós, de paso hacia a su localidad natal, su mirada se dirige instintivamente al oeste. Lo primero que hace es mirar a la Peña Forca, el totem del valle y que tanto conoce la escaladora oscense. «Siempre intento buscar la Peña Forca y ver dónde está mi casa. En el valle de Echo no se escala mucho y la mole de la Peña Forca es un poco perdedora y con una roca muy mala», explica Gil.

Nieves es montañesa, pero sobre todo montañera. Desde que tenía cinco años entró en sus venas el veneno del monte en sus paseos senderistas por el valle junto a Olga, su madre y Enrique, su padre. «Mi madre es más montañera y mi padre tiene más miedo y es más precavido». Los Gil son una familia peculiar, diferente a todas. «Mi nombre lo pusieron mis padres a idea, lo mismo que Ibón, mi hermano. Los dos están relacionados con la montaña». Lo del trabajo de guarda forestal también es una cosa de familia. «Mis padres se dedican a esta labor, mi hermano trabaja en el Parque Natural de los Valles Occidentales. Desbroza y marca caminos y coloca señalizaciones. Se está sacando las oposiciones de forestal». Y como no podía ser de otra manera, Pol, el novio de Nieves, también quiere ser forestal de mayor y estar lo más cerca posible de la naturaleza.

Ahora tiene 31 años y está entre las mejores escaladoras del panorama aragonés. La conoció muy tarde, a los 21 años y fue gracias a su novio. «Aunque por activa o pasiva habría descubierto este deporte. Progresé bastante rápido y ahora es lo que más me gusta en la vida. El alpinismo es algo más novedoso para mí, pero también me motiva mucho, aunque me falta conocimiento en el invierno», indica.

La alpinista del Club Peña Forca confiesa que es algo pasota y despistada. «Apenas navego por las páginas web. Pero me apunté hace dos años al Centro de Tecnificación de Alpinismo de la territorial que dirigía Manu Córdova y en el que estaban Álvaro Lafuente, David Mateo, Rubén Sanmartín y Amaia Aguirre». En su trayectoria alpinística subió otro escalón al entrar hace un año entrando en el Equipo Femenino de Alpinismo FEDME. «Hicimos las pruebas doce y entramos seis. Estoy superbien y supercontenta. En el pasado verano fuimos al macizo de Les Ecrins y allí aprendí a manejarme en los glaciares». En este equipo está con Paola Cabistany, otra aragonesa. «Me encanta su energía, su motivación y te ayuda en lo que puede. Parece que no se entera de las cosas, pero es la primera que tiene todo en cuenta. Es muy ordenada y tiene todo en la cabeza bien estructurado», indica.

Ahora el equipo viaja a Yosemite. Pero es muy posible que Nieves no pueda acudir. «Me coincide con el segundo examen de la oposición. Estuve con mi novio hace tres años y me da mucha pena no compartirlo con ellas. Pero seguro que vuelvo», confiesa la chesa. El año que viene puede cerrar su periplo en el equipo femenino cumpliendo un sueño: escalar en las paredes del Himalaya.