Unas 8.000 miradas inquietas, unos 8.000 corazones encogidos por la emoción, 8.000 voces que eran una, 8.000 almas empujaron ayer al CAI un poquito más en su camino de grandeza. Que la Copa del Príncipe sea una vía secundaria puesta en medio de un destino más vital, que su prestigio alcance para poco, que en la cabeza de todo buen caísta domine la obsesión del ascenso, no importó a nadie. La Marea Roja se quedó afónica, animó como nunca, tiró hasta la extenuación de su equipo hasta la victoria ante el Bilbao en una demostración de su extremo cariño a los colores que defiende. El pabellón reunió ayer a un público de Primera y exclamó muy alto ante los emisarios de la élite del baloncesto nacional que su etiqueta LEB es una mera cuestión accidental. Uno de los cabeza de familia del básquet español, el seleccionador absoluto, Moncho López dio fe de que este CAI tiene que estar en la ACB por muchas cosas, pero ante todo por su inagotable afición. "Si tengo que apostar, diría que el CAI ascenderá --comentó el técnico--. Por presupuesto, por equipo, por esta afición, es un proyecto de gran solidez. Es un marco incomparable y agradable para ver baloncesto. Te pone la piel de gallina".

Moncho López no se sentó en el palco del Príncipe Felipe para rebuscar entre los semifinalistas algún jugador que poder llevarse a los Juegos Olímpicos de Atenas, sino que quería vivir in situ el renacimiento de una ciudad que vive el baloncesto como muy pocas en este país y en este continente. Salió bien convencido. "Zaragoza siempre ha sido una plaza muy importante para el baloncesto español. De aquí han salido muchos jugadores y esperamos que la retorno del CAI sirva para impulsar este resurgir y que sirva como un referente para la cantera aragonesa", declaró el técnico.

Espías de lujo

Escondidos entre el público se encontraban espías de diversos equipos de la élite (Forum, Manresa, Joventut y Estudiantes), la cúpula de la Federación Española y la ACB, exjugadores, técnicos de la LEB... todos quedaron maravillados ante el comportamiento del CAI y de su afición. "Es el mejor pabellón de España y de Europa. Esta ciudad está hecha para el baloncesto", apuntó Mario Pesquera, técnico de la FEB y exentrenador del antiguo CAI, presente ayer en la grada del Príncipe Felipe.

Y es que la afición se entregó al 200 por 100 por la causa. Fortaleció su matrimonio con sus jugadores en un contagio recíproco. Contra más fuerte chillaban unos, el equipo aceleraba su motivación. Cuando el equipo estaba más caliente más guerra daba el público. La afición del CAI Zaragoza, acomodada en los triunfos fáciles de Liga en los que no se precisa su dosis de protagonismo, sacó su furia en los momentos más delicados, defendió con el estruendo cuando el Bilbao apretaba fuerte y acariciaba la sorpresa, y dejó claro que cuando quiere y el equipo le necesita no repara en gastos para animar a los suyos, aunque en su ánimo roce las cercanías del infarto.

Batalla de cánticos

Pero esto no ha terminado y hoy, la cita, en la final y con el trofeo como recompensa, se repite pero elevada al cubo. La final ante el Plasencia será una oportunidad para reforzar este espíritu de comunión entre equipo y grada, más el aliciente de una batalla de cánticos entre la Marea Roja y la bulliciosa hinchada del Plasencia, para los que esta Copa Príncipe tiene sabor de toda una Final Four . El lleno parece seguro y con él, el CAI estará sin duda más cerca del éxito. Porque tiene la suerte de contar con una afición de ACB.