Después del tremendo susto inicial, con los problemas más graves en vías satisfactorias de solución, nuevas preguntas surgen en torno a la figura de Iker Casillas, la primera sobre su futuro deportivo, sobre si se ha precipitado el abrupto final de carrera del capitán de la selección española campeona del mundo en el 2010.

Aunque todas la señales son buenas, la atención fue inmediata y el goteo de información que llega desde el hospital CUF Porto es alentador, pero el diagnóstico todavía es reservado y el aplazamiento de la visita de la plantilla, prevista para ayer, muestra la cautela con la que están procediendo los médicos.

El último comunicado médico informa de una evolución favorable y sin complicaciones, entre diversas pruebas, aunque deberá permanecer en observación, con los estímulos reducidos, al menos hasta el fin de la semana.

«Ya estamos tranquilos, él también, y podemos dejar a todo el mundo tranquilo porque él va a quedar perfectamente recuperado y restablecido», aseguró Nelson Puga, médico del Oporto, en los medios oficiales del club portugués.

Entre la máxima prudencia que rodea a todas las informaciones, con la prioridad para la mejoría del estado de salud y las innumerables muestras de apoyo y cariño, la noticia que sobrevuela Oporto es la de que la carrera de Iker Casillas, plagada de éxitos, títulos y reconocimientos, puede estar tocando a su fin.

El portero, que cumplirá 38 años este mes, quería jugar hasta los 40 años y acababa de renovar su contrato con el Oporto por una temporada, con otra opcional. «Es muy pronto para pronunciarse sobre su futuro. Va a depender de muchos factores que tendrá que ponderar con mucha calma antes de decidir si quiere continuar o no», transmitió el servicio médico del club.

Con la precipitación del diagnóstico inmediato, su vuelta a los terrenos de juego se antoja como una heroicidad que la carrera de Casillas, plagada de éxitos, no necesita. «La recuperación va a durar meses en los que tiene que permanecer estable y tendrá que estar sometido a las pautas de prudencia de un paciente con estas características. De Iker tienen que hablar sus médicos, pero hay que transmitir que la cardiopatía es una enfermedad grave y crónica. Detrás de tomar un riesgo así hay una muerte. Si yo fuera su médico, le aconsejaría no volver a jugar», explicó en la Cadena Cope Juan Antonio Corbalán, cardiólogo y ex jugador del Madrid de baloncesto.