Sin gritos, usando un tono sereno, pausado, tranquilo, pero al mismo tiempo contundente y enérgico. Y, sobre todo, con las ideas muy claras. Iniesta lanzó un mensaje rotundo: "Sabemos que el Bernabéu nos exigirá un partido perfecto. Más que nunca tenemos que ser el Barça, tener el balón, ser valientes... Si no, lo pasaremos mal. Si no salen bien las cosas, que no sea por no haber creído en lo que teníamos que hacer", dijo ayer disfrazado, de nuevo, de capitán.

Su discurso que no solo iba dirigido a la gente que pueda tener sospechas sobre la credibilidad del Barça de Tata. "Me costaría creer que hay gente del club que no cree en nosotros. Este equipo se ha ganado esa confianza", precisó. Iba bastante más allá Iniesta. Sus palabras iban dirigidas también al corazón del vestuario para reivindicar la fuerza del equipo. "No estamos a 20 puntos del líder ni hay una diferencia abismal en el juego. Nadie puede pensar que el Madrid nos vaya a ganar tranquilamente", dijo.

Había en las palabras de Iniesta un punto de rebeldía: "Más que pensar en ellos, debemos pensar en nosotros". Un deseo, cada vez menos escondido, de que el Barça, aunque esté a cuatro puntos del Madrid en la Liga y viva pendiente de un hilo que puede quebrarse el domingo en el Bernabéu, de ser reconocible. Desde el mensaje inicial que traslade Martino con su alineación hasta el compromiso que demuestren los jugadores, teniendo el balón como vehículo fundamental. El balón para defenderse, el balón para atacar.