Los cinco aragoneses que disputaron el Europeo de cross en Belgrado simbolizan el invierno fantástico de este sector. Abadía, que ganó el oro por equipos en absoluto, encabezó un grupo con Cristina Espejo, Marta Silvestre, Jaime Escriche y Carlos Mayo. Con el inicio del año Espejo y Mayo ganaron el Nacional Universitario y Scorpio mostró su fuerza en el Nacional de clubs, con la plata de las juveniles y el bronce del cross corto femenino.

Ni en las época dorada de Juan Manuel Juan Boix, Javier Cortés y Monse Abelló, Aragón había logrado resultados tan relevantes. La lucha a brazo partido de Abadía por el título nacional con dos monstruos como Bezabeh o Lamdassem refleja el gran estado de salud del cross aragonés. En Mérida encabezaron el éxito Carlos Mayo, oro júnior, y Cristina Espejo, segunda promesa, junto al cuarto absoluto de Abadía.

De casta le viene al galgo. No es casualidad que Espejo sea una de la grandes esperanzas del fondo nacional. La corredora del Hinaco es natural de Monzón y la prepara Fernando García, el técnico de Eliseo Martín, que el domingo terminó con 40 años noveno español. "Mala hierba nunca muere", dice con ironía Espejo. "Me gustaría tener su constancia. A veces no valoramos las cosas que tenemos. Se lo debo todo a Fondi, es una suerte haber entrenado en las pistas de Monzón y haber aprendido de Eliseo". Es una fondista completa en pista y cross y desde los 800 metros a los 8 kilómetros. Sus aspiraciones estivales son disputar los Juegos Mediterráneos sub-23.

Estudiante de Veterinaria, dejó el año pasado Lérida y ahora vive en Zaragoza. "No pienso en Monzón. Tiempo al tiempo. Lo que toca es Zaragoza". Es buena estudiante, pero el mes pasado estuvo muy apurada. "Coincidió con el Nacional indoor de Antequera. Gané el oro, pero fueron tres duras semanas de exámenes y perdí muchas horas de sueño". Su adaptación a Zaragoza ha sido perfecta. Le ha ayudado la maratoniana María José Pueyo. "Entrenar con ella se nota mucho. Es mi mami", dice.

A Mérida acudieron para presenciar su plata unos hinchas incondicionales. Eran Francisco y Mari Ángeles, sus padres, y sus abuelos. A Carlos Mayo le fue a ver su padre. Juan Carlos, que formó parte del núcleo duro del Olimpo y corrió buenas maratones, no se pierde una de su hijo. La familia se desdobló. Su madre se quedó en Zaragoza viendo competir a Nieves, su hermana. "Hoy es su cumpleaños y se ha emocionado al recordarle en la prensa", indica Mayo.

Gran futuro

Mayo ha demostrado su gran futuro como atleta de largo fondo. Su gran cualidad ha sido la regularidad. Está especialmente satisfecho de su triunfo en el Nacional de cross por clubs. "Me encontré muy bien. Había mucha gente en cabeza y me fui solo tras la primera vuelta", dice.

En el Europeo de cross arriesgó. "Salí muy ambicioso para conseguir lo máximo posible. Lo acusé, pero estoy contento de mi primera internacionalidad", dice. Este brillante estudiante de Medicina prepara el 10.000 del Mundial de Eugene. En su transformación ha sido decisivo su paso a entrenar en el grupo de José Luis Mareca encabezado por Abadía. "Mi cambio han sido un cúmulo de cosas. Me lo he tomado más en serio. Me dijo Mareca que tenía que perder kilos y estoy en ocho menos. Doblo varios días y ahora ya no salgo de fiesta. También influye el grupo", reconoce Mayo.