La Liga ya está aquí. Predominan las buenas vibraciones en los despachos del Camp Nou. No extrañaría que se canturreara a los Beach Boys. La plantilla se ha agrandado como una ola hawaiana. Valverde dispone de más recursos para surfear sin caerse que durante la temporada anterior. Si quedan lagunas, parecen a estas alturas menores.

Es una Liga de cambios, y en can Barça cunde la sensación de haber trabajado bien en verano. El triunfo en la Supercopa española, la calidad de los nuevos y la madurez extradeportiva de Leo Messi proyectan un ambiente de mar plácido sobre el Camp Nou. Sobre el Bernabéu amenazan feos nubarrones, en cambio. Todo contribuye en el estado de ánimo respectivo. Luego ya se verá.

La Liga estabiliza o corrompe el microclima de cada club. La Champions al final lo revienta todo. Pero la paz interna duradera se gana en el campeonato doméstico. Y pese a las novedades en el vestuario azulgrana y en los demás, todo cuanto deba acontecer pasará irremediablemente por el capitán Messi. En la Liga del calendario asimétrico, nadie como el argentino para frustrar la aspiración de igualdad. Siete de las últimas 10 ligas reposan en el museo azulgrana con el sello del 10. Messi, es el gran generador de asimetrías.

Sin Cristiano, emigrado a Italia, la Liga pierde una rivalidad lucrativa. Aspira Griezmann a hacer sombra. Los notables esfuerzos de la directiva colchonera le dan esperanzas de impulso al nuevo proyecto de Simeone y, en consecuencia, a las ansias de títulos que borbotan en el delantero francés. Tras el Mundial y la Supercopa de Europa, mal encaminado no va. Aunque Diego Costa se ha ganado más honores.

Las novedades / El Madrid del presente se asemeja al Barça del verano pasado. Al aficionado madridista se le ha puesto cara de crucigrama difícil. Se duda del entrenador y la plantilla, se busca entender a la presidencia y su política de chequera cerrada. No ha llegado el fichaje galáctico que se preveía tras la huida de Cristiano con sus 50 goles a Turín. Y el mercado no ofrece lo que busca Florentino Pérez, que debe ser un Mbappé o un Neymar. Así que los 300 millones que se dice que guarda en caja, ahí se quedan por ahora, porque nadie le convence. No es austeridad franciscana lo suyo, sino ausencia de flechazo. Su único arrebato, Courtois.

El curso que empieza lleva como nunca las huellas dactilares de Javier Tebas, el presidente de la patronal de clubs. Empeñado en elevar el valor de marca de la Liga, a la que ha dado naturaleza de producto, ha impuesto novedades sustanciales muy de su gusto. No solo por el calendario asimétrico, emulando así a la Premier, sino también por la disputa de al menos un partido en territorio estadounidense durante las próximas 15 temporadas.

La globalización y el negocio pasan por poner cartuchos de dinamita y detonar la tradición ancestral. Evolucionar al parecer es eso. Como el VAR. Primera temporada de aplicación de una tecnología que ya doblegó muchas reticencias durante el Mundial. El VAR aporta un entretenido suspense, lamina errores y engaños y acerca el resultado al concepto de justicia. A la postre, las interrupciones no parecen tantas.

En el terreno de los cambios, uno plenamente tradicional: casi la mitad de la Primera División estrena entrenador. Nueve de veinte. El Athletic, el Celta, el Girona, el Espanyol… Pero ninguno merecerá tanta lupa como Lopetegui. Buen orador, falta ver si su equipo hablará claro en el campo o balbuceará. Una gran ola le amenaza.