La perseverancia, la constancia, la lucha sin cansancio a la par que se disfruta de lo que hace... Todas ellas suelen ser características de los grandes campeones del deporte. Y todas esas condiciones son las que cumplía Pablo Sanz Sánchez. La pasión de este joven zaragozano era ser ciclista, a pesar de las dificultades que vivió para lograrlo.

Desde muy pequeño, Pablo se enfrentó a una de las peores enfermedades que el ser humano se puede cruzar en su vida: el cáncer. Sin embargo, nunca se desanimó. El joven corredor de la Escuela Ciclista de Zaragoza perdió una pierna, pero siguió compitiendo. Nada ni nadie le impidieron disfrutar y practicar su deporte favorito, por lo que continuó pedaleando solo con su pierna izquierda. A pesar de su corta edad, la grandeza residía en su pequeño cuerpo. Hasta hace unos días, Pablo competía con los alevines.

Porque para Pablo, rendirse no era una opción. Por eso, siempre le decía a su padre que él solo quería divertirse encima de su querida bicicleta: "Papá estoy bien, no me pasa nada, soy un niño normal, simplemente déjame ir en mi bicicleta con mis amigos. Si me caigo me levantaré como todos y seguiré, no quiero lágrimas, quiero vivir el momento y disfrutar". Pero el pasado lunes, el maldito cáncer, esa enfermedad que nunca desaparece y deja incontables tristezas a innumerables familias marcadas, se llevó el gran espíritu de Pablo. Desde entonces, al ciclismo aragonés y a la Escuela de Ciclismo de Zaragoza, les falta un poco más de vida.

El recorrido con Ángel

Ángel Vicioso conocía su historia y también se hizo eco de la triste noticia. El corredor de Alhama era vecino de Pablo. "Hace dos años me enteré de su historia y de que estaba loco por conocerme y hablar conmigo. Entonces me estaba recuperando de mi operación del fémur, lo conocí y me fui a hacer un recorrido con él", cuenta el propio Vicioso. Después de conocerle, Pablo dejó una huella indeleble en Vicioso. "Desde el primer momento, me marcó su alegría y sus ganas de vivir. No lo olvidaré nunca y siempre lo tendré presente", asegura el ciclista profesional.

Por eso, tras el cariño que le cogió a Pablo, con la noticia de su fallecimiento a Vicioso le inundó la tristeza. "Mantenía relación con sus padres, con el presidente de la Escuela Ciclista de Zaragoza, Sergio Larrosa, y ya sabía que esta última semana había estado mal. Pero el lunes me llegó un mensaje y no me lo quería creer, no tenía cuerpo para asimilar la noticia".

Vicioso destaca que Pablo, antes que nada, "nos dio un ejemplo de lección de vida a todos los que lo conocíamos". Para el corredor zaragozano, "de Pablo tenemos que aprender todos, tanto los más mayores como los más pequeños". Una maglia rosa ha llegado al cielo.