Comparar a Freddy Adu con Pelé entra por ahora en la categoría de barbaridad. En Estados Unidos, sin embargo, se hace, e incluso el mito del fútbol se ha prestado a alimentar las comparaciones protagonizando junto al niño de 14 años un anuncio para Pepsi. Todo vale cuando lo que se intenta es salvar en el país del fútbol americano, la NBA, el béisbol y el hockey un deporte que, a diferencia de su condición real en Europa, aquí no pasa de plebeyo. Adu, que ha abierto su carrera profesional sin ningún gol en dos partidos pero con inusuales llenos en los estadios y una atención mediática desmedida, es la última esperanza.

Este adolescente, el más joven en jugar en cualquier liga profesional en el último siglo y el futbolista mejor pagado en EEUU con un salario anual de 414.000 euros (unos 69 millones de pesetas), es el clavo ardiente al que se agarra un deporte en crisis en el país. La Liga de Fútbol Profesional ha perdido casi 83 millones de euros (13.800 millones de pesetas) en ocho años, su versión femenina tuvo que cerrar en la tercera temporada y la audiencia en estadios y televisión desciende.

El mito del sueño americano

Hasta que ha llegado Adu, que, para colmo, es también la encarnación del mito del sueño americano. Nacido en Ghana y criado con dificultades por una madre sola, Adu llegó a EEUU en 1998 gracias a una lotería de tarjetas de residencia y ciudadanía (que oficialmente se le dio el año pasado). Emelia se empleaba en dos trabajos a turno completo, uno de ellos en McDonald´s, para mantener en Maryland a Adu y a su hermano pequeño Fro (un mote, pues siguiendo la tradición de Ghana los dos se llaman Freddy).

En el 2000 los principales clubs europeos empezaron a interesarse por el fenómeno. Y, dos años más tarde, Adu participó en un programa de la federación de fútbol donde los ojeadores de talentos confirmaron que no podían dejarle volver a cruzar el océano. Llegaron contratos con Nike, el DC United de Washington y Pepsi. Y los millones, entre otras cosas, le permitirán mudarse para su 15 cumpleaños, el próximo junio, a una nueva casa. Dejará de compartir habitación con su hermano.

Sus dos primeros partidos, de momento, no han sido memorables aunque ha centrado todos los titulares de prensa. En el primero jugó 19 minutos. El sábado disputó la segunda parte. Y tiró por primera vez a puerta. No se puede decir que sea Pelé. Eso sí, tiene unos cuantos lustros por delante.