Con la vuelta de la competición en el horizonte, al menos con el regreso gestándose (los clubs se someterán a los test entre el 5 y el 7 de mayo), Míchel Sánchez respondió ayer a las preguntas de periodistas y aficionados. «Lo más importante es la capacidad de adaptación que tengamos para jugar cada tres días y en unas circunstancias diferentes a las que hemos conocido. Eso será clave y psicológicamente hemos de estar preparados para afrontar un periodo de competición con un estrés muy grande en muy poco tiempo», dijo el entrenador del conjunto azulgrana, que cree que «once jornadas», lo que resta por disputarse en Segunda División, «dan para mucho».

«Se va a jugar cada tres días y se viene de un proceso muy largo de inactividad. Todo puede variar, aunque el equipo que mejor se adapte a las circunstancias dará un paso adelante y puede lograr su objetivo», dijo Míchel, que también ofreció su opinión sobre la obligación de jugar a puerta cerrada como consecuencia de la pandemia. «Es algo nuevo y que no me gusta nada. Creo que el fútbol es un espectáculo hecho para los aficionados. La pasión y la ilusión que transmiten es fundamental para desarrollar nuestro trabajo. A mí me gusta ver El Alcoraz lleno, así que nos tendremos que adaptar a la nueva situación. No sé si jugar como local o como visitante será peor, pero será totalmente diferente. Habrá que llevar a cabo un plan», explicó el preparador madrileño, que puso el acento sobre la unión entre la afición y el equipo oscense hasta ahora.

Por último, Míchel también hizo una referencia a cómo se encuentra en Huesca, en el club y con la gente de la ciudad. «Sí puedo decir que soy muy feliz aquí. Me siento muy respetado y querido y, sobre todo, tengo la confianza total del club y es lo más importante. Me siento respetado por los jugadores y sé que creen en mi idea», finalizó el entrenador azulgrana.