Mónica Sáez reconoce que es una privilegiada en la vida. Hace lo que más le gusta y le pagan por ello. Es sargento primero y está destinada en el Centro de Comunicaciones de Jaca, perteneciente al Regimiento de Transmisiones 22 y es componente del Equipo Militar de Esquí. «Hacer una jornada de montaña es nuestro trabajo, estás haciendo lo que te gusta y te pagan por ello. El otro día hice una marcha por el valle de Aísa y se me iba cayendo la baba», reconoce esta montañesa, nacida en Madrid hace 44 años.

Hace de todo. Desde esquí de montaña a esquí de fondo, carreras por montaña, triatlón de verano, de inverno y biatlón. «Mis virtudes son la perseverancia, la motivación, las ganas de hacerlo bien y el sentido de la responsabilidad. Son cosas que tenemos demasiado en vena los militares. No soy excesivamente buena en algo y toco todos los palos».

Fue dos veces internacional en el Mundial de triatlón blanco, campeona de España de biatlón cross y biatlón y campeona de la Copa de España de esquí de montaña. Está perdidamente enamorada del biatlón. «En casa no hay otra cosa en la tele que el biatlón cuando comienza la temporada. Me gustaría que mis hijos fueran buenos en este deporte porque es la modalidad más exigente y te pone los pelos de punta. Es un deporte muy complejo porque se necesitan muchas horas de tiro, de esquí, hay que tener gran capacidad aeróbica y entrenamiento mental. Lo difícil es tener tanto tiempo para un deporte que lo merece porque hay que doblar mañana y tarde. Es difícil saber si hubiera podido competir en unos Juegos. Pero no lo veo imposible», reconoce.

Es militar desde el año 1998. En el 2004 ingresó en la academia de suboficiales para ser militar de carrera y desde el 2006 está relacionada con la montaña. «Jaca es el mejor sitio para vivir si vas a hacer deporte de montaña porque tienes el Pirineo al lado. Hay un buen clima y muchos sitios a donde ir». Sergio Gimeno, su esposo, también es militar y deportista. «Lo conocí en el Equipo Militar de Esquí. Desde entonces ha sido mi referente y me gustaría parecerme a él. Es perseverante y tiene cualidades que de las que carecen deportistas que están en el top cinco».

Pero la vida no es un camino de rosas para este matrimonio militar. «Tengo dos hijos, Álvaro y Héctor, que me dan la vida. Estoy muy feliz con ellos y eso significa también muchos quebraderos de cabeza porque la conciliación es imposible. Si trabajas, eres deportista y tienes hijos sobrevives en el día a día. Nos tenemos que sacrificar mucho más. ¿Por qué vas a renunciar a tener hijos para ser deportista o al revés? No me cabe en la cabeza. Se pueden tener objetivos reales y buscando la satisfacción personal».

En invierno tiene dedicación exclusiva al esquí, pero en verano se complica la cosa. «Entonces estoy en el cuartel trabajando y lo compagino con los entrenamientos. Madrugo por la mañana y, a veces, subo hasta el pico de Bergosa corriendo y por la tarde subo y bajo tres Rapitanes. Mientras, mi marido se queda con los niños». Tiene muy claras las cosas. «Ahora lo que está bien es lo políticamente correcto y no debemos tener más privilegios que los hombres por ser mujer deportista. Hay que premiar al que lo haga bien, independientemente que sea hombre o mujer. A veces he sentido discriminación positiva», concluye Sáez.