Tiempo. "Cinco días". Eso es lo que Rafael Nadal aseguraba que necesitaría para curar la herida en carne viva con la que acabó el partido de octavos de final que ganó ante Kei Nishikori por 7-6 (7-3), 7-5 y 7-6 (7-3). Una aparatosa llaga en la palma de su mano izquierda que incluso hacía temer al número 1 por su continuidad en el Abierto de Australia. Una herida abierta que tuvo que cubrirse con un vendaje pero que no le impidió alcanzar por novena vez desde que debutó en el 2005 los cuartos de final en Melbourne.

"No es doloroso pero sí es difícil de cubrir y, cuando lo hago, me impide sentir la bola y la raqueta como me gusta", explicó a los periodistas mostrando su mano. Una herida producto de un callo habitual en las manos de los tenistas que se le ha inflamado y necesitaría un tratamiento específico para que la piel se recuperara. "Si sigo así me la voy a destrozar y, aunque no me guste, me tendré que proteger la mano el resto del torneo. Necesitaría cinco días para que la piel se recuperara pero en un par de días debo volver a jugar y no puedo dejar de entrenar. Es lo que hay, aunque no voy a perder o ganar por eso", valoraba con preocupación el campeón mallorquín, consciente de que las dificultades empiezan de verdad ahora y necesita sentirse bien físicamente para afrontarlas.

Nishikori fue el primero en ponerle realmente a prueba. En los tres anteriores partidos Nadal no tuvo ningún problema para superarlos. En el debut Bernard Tomic se retiró tras un set, en segunda ronda el joven Tanhakis Kokkinakis se mostró aún muy verde para ponerle en apuros y en tercera ronda Gael Monfils tampoco le complicó la vida. Ayer, ya fue distinto. Nishikori, número 16 mundial, tiene un juego más sólido y golpes planos y rápidos para presionarle y lo demostró en cada uno de los tres sets que disputaron. El japonés fue el primero en arrebatarle un servicio a Nadal --lo hizo en el tercer juego, con 0-2 en contra-- y el primero también forzarle un tie break. Tuvo ocasión, además, de arrebatarle un set cuando dispuso de un 5-4 y saque en su poder tras remontar un 1-4 en contra.

GARBIÑE, ELIMINADA Pero a Nishikori le faltó mentalidad, esa que le sobraba a su actual entrenador, Michael Chang, y que al campeón de Roland Garros le costará trabajo inculcarle. Gracias a esa fragilidad el número 1 evitó problemas mayores que le esperan en el futuro. Nadal necesitará de su mejor mano para afrontar a los próximos rivales.

El primero, mañana, el búlgaro Grigor Dimitrov (22 mundial), a quien llevan tiempo señalando como el heredero de Federer y que ayer alcanzó por primera vez los cuartos de un Grand Slam, tras eliminar a Roberto Bautista por 6-3, 3-6, 6-2 y 6-4. El castellonense puso fin a un gran torneo en el que se dio a conocer eliminando a Del Potro. También terminó el sueño de Garbiñe Muguruza, que cayó con la polaca Radwanska, quinta jugadora mundial, por 6-1 y 6-3.