Parece solo una cuestión de tiempo y de desgaste, pero el culebrón de Neymar apunta hacia un final vestido de azulgrana. Dos años después de su marcha a cambio de 222 millones, el astro brasileño vuelve a a estar cerca del Camp Nou. Harto de París y repudiado por los hinchas de su equipo, parece casi imposible su continuidad en Francia. Barça y Madrid son sus posibles destinos en una telenovela que va consumiendo episodios cada día. En el termómetro actual está más caliente la vuelta a Barcelona que el desembarco en la capital de España, pero todavía queda camino por recorrer.

Ayer se vivió un capítulo más de un serial que no tiene fecha límite salvo el 2 de septiembre, cuando se cierra el mercado. Debería concluir mucho antes por la salud de todos, pero teniendo en cuenta los protagonistas de la operación todo es posible. Las negociaciones están abiertas y todos deberán ceder en sus pretensiones para llegar al acuerdo.

Aunque la directiva azulgrana ha transmitido desde el inicio del verano que el fichaje de Neymar no era ni mucho menos prioritario y que se apostaba por la tranquilidad y la cautela, los movimientos apuntan hacia lo contrario. La ofensiva por el brasileño tuvo ayer un punto importante con el viaje a París del directivo Javier Bordas y el secretario técnico, Eric Abidal, que se reunieron con Leonardo de Araújo, director deportivo del PSG. También estuvo André Cury, delegado del club catalán en Sudamérica.

CAMBIO DE ESCENARIO

Este encuentro refleja un cambio de escenario evidente respecto a la idea que había deslizado la cúpula azulgrana hace unas semanas. «No hay caso Neymar», repitió el presidente Bartomeu en público. Se trata de un paso adelante en toda regla en busca de un complejo fichaje.

La irrupción del Madrid, con Florentino Pérez a la cabeza, ha influido también en la estrategia. El presidente blanco vería con buenos ojos al astro, aunque su verdadero sueño es Mbappé, mientras Zidane sigue empeñado en Pogba. No parece, por tanto, que el club blanco vaya a volverse loco por Neymar, quien también prefiere al Barça para reencontrarse con Luis Suárez y Messi. Leo avalaría el regreso de su amigo.

La cumbre de ayer en París se cerró sin acuerdo. Era previsible. Se trataba, principalmente, de poner las cartas sobre la mesa, exponer las posturas y abrir ese tira y afloja clásico de este tipo de operaciones mastodónticas. El Barça ha invertido ya 255 millones en fichajes y ha ingresado 146 en ventas, por lo que no va sobrado de cash, justo lo que desea el PSG para desprenderse de su estrella. Nasser Al-Khelaïfi exige 100 millones más Coutinho y Semedo, mientras el Barça propone un intercambio con el brasileño como primera opción y otros jugadores (Rakitic podría estar entre ellos). El Barça pediría retrasar un año el pago de esos 100 millones mediante una opción de compra. La propuesta es insuficiente para el PSG, que seguirá tensando la cuerda. El siguiente encuentro podría producirse entre mañana y el viernes en Liverpool, donde coincidirán Josep Maria Bartomeu y el jeque del PSG en la asamblea de la Asociación Europea de Clubs.

La vorágine no ha alterado los planes de Neymar, que se relajó ayer en una playa del Algarve, como refleja una foto colgada en las redes sociales por uno de sus toiss, esa pandilla de personajes que le sigue por todos lados. También volverían a Barcelona, como su polémico padre, un séquito insoportable que no beneficia al talentoso futbolista.