Oscar Téllez es uno de los indiscutibles de Pepe Mel, como también lo fue para Mané, anterior técnico del Alavés, pero el central madrileño, que llegó a ser internacional en cuatro ocasiones con Camacho, tocó fondo a mediados del curso pasado, cuando el club lo apartó durante un mes porque no estaba bien físicamente, con un evidente problema de sobrepeso, y tras varios problemas de indisciplina, por los que también fue castigado económicamente. El defensa, sólo un año después, es "un hombre nuevo", como él se encarga de confirmar y los números y su nivel competitivo, otra vez máximo, ratifican. "Quería que hablaran de mí sólo por lo que hago en el campo, no por cosas extradeportivas, y me consta que eso está pasando", añade.

El jugador, sometido a un intenso trabajo físico y a una severa dieta en el tiempo en el que estuvo apartado, no duda en reconocer sus errores del pasado. "Ahora lo que hago es llevar una vida como la de antes, pero un poco más controlada. Además, con 28 años, ya me tocaba, porque en algunos aspectos sí me fui fuera de la línea habitual de un futbolista y me metí en algún follón que otro", asegura, antes de tomar aire para dejar claro que "hice un punto de inflexión entonces, hablé con el club, todo se arregló y mi parte la estoy cumpliendo a rajatabla".

Claridad de ideas

Téllez siempre ha ido por la vida con la verdad por delante. No es de los que se esconden. No lo hizo en el Valencia, donde no quiso aguantar su ostracismo tras darse a conocer en el Alavés, para probar fortuna en el Villarreal y regresar al club vitoriano en el verano de 1999, donde alcanzó un mejor nivel --haciendo historia con el subcampeonato de la UEFA en el 2000-- que ahora ha recuperado. "Siempre he sido claro y con 28 años te das cuenta de que en este mundo del fútbol es difícil ser así. No puedo ser falso, pero sí menos contundente en mis declaraciones", explica el defensa mientras se oye ladrar a Kira, uno de sus dos rottwailers --el otro se llama Kimo--. Los adora y la mejor prueba es que los inmortalizó en dos tatuajes que luce en sus brazos.

Y como toda nueva vida, la de Téllez tiene también un objetivo claro: "Quiero volver a jugar en Primera el próximo año y ojalá sea con el Alavés". Para ello es necesario un ascenso que al equipo vitoriano se le está poniendo caro hasta el momento a pesar de contar con el presupuesto más elevado de la categoría. "La única meta es retornar a la élite. Eso es inamovible". Pero esto no quita para que el Alavés, y Téllez en particular, sueñen con un título copero y una plaza europea la próxima temporada que se les han quedado muy cerca y para lo que van a poner toda la carne en el asador: "La Liga y la Copa son compatibles. Lo del cansancio es una bobada".

Lo dice uno de los pocos jugadores (junto a Turiel y Pablo) que no está pasando por las rotaciones que Mel hace entre ambos torneos para que el equipo esté más fresco en la competición liguera. "Lo estoy jugando todo y, si alguien puede decir que está cansado, soy yo, pero no lo noto. También nos jugamos mucho en la Copa y hay que ir a muerte", sentencia, para después aclarar que ve la semifinal que empieza esta noche en Mendizorroza muy igualada. "El Zaragoza no es ni más ni menos que el Alavés, independientemente de la categoría". Desde luego, la contundencia en sus palabras no la ha perdido demasiado.