Tras una semana en la que había dicho prácticamente adiós a la Liga en Granada, había caído eliminado ante el Atlético en la Champions y perdido la final de Copa ante el eterno rival, el Barcelona recuperó ayer parte de la autoestima remontando un partido ante el Athletic (2-1), que resucitó todos los fantasmas en el Camp Nou al adelantarse al inicio de la segunda mitad.

Y eso que salió el Barça liberado, dispuesto a olvidarse sus penas, como si el haberse quedado sin opciones de ganar casi nada le hubiese quitado un peso de encima. Y se dedicó a jugar sin los miedos, las dudas, los complejos y titubeos que había mostrado en los últimos partidos. A ello ayudó que Martino apostase por Pedro y Alexis para abrir el campo, y también un Athletic al que no le gusta el papel de comparsa y que no rehuyó el intercambio de golpes desde el primer minuto.

Messi estuvo mucho más activo y el Camp Nou lo sigue adorando. Parecía mentira que los dos equipos se marcharan al descanso sin haber anotado ningún tanto, pero Aduriz lo solucionó a los cinco minutos de la reanudación. Song perdió un balón, Bartra falló en el despeje y el punta del Athletic, que ha alcanzado su plenitud futbolística pasados los 30, definió magistralmente colocando el balón a la izquierda de Pinto.

El tanto visitante provocó la reacción del Camp Nou, que veía enojado cómo su equipo estaba a punto de perder su cuarto partido seguido y despedirse también del último título en juego. Aparecieron los primeros pitos y algunos pañuelos, pero sobre el césped, el Barça, que pese a todo estaba jugando su mejor partido en un mes, no desesperó. Primero fue Pedro quien hacía el empate con un gol de oportunismo y, tres minutos después, Messi, de falta, lograba el 2-1. Con un cuarto de hora aún por jugarse, el Athletic se fue a por el empate, pero no lo logró.