Volvió a ser una noche horrible, nefasta, negra para el calcio, que lleva ya mucho tiempo marcado por los grupos ultras, el racismo y el descontrol. Lo de menos fue la victoria del Inter frente al Nápoles (1-0), en el partido que debía cerrar la jornada navideña de la Serie A. No solo falleció un seguidor del Varese, Daniele Belardinelli, de 35 años, según el jefe de policía de Milan, Marcello Cardona, «con antecedentes por incidentes en otros estadios», sino que, ya en el interior de San Siro, se produjeron gritos racistas contra el defensa franco-senegalés del Nápoles Kalidou Koulibaly que le hicieron perder la cabeza y, finalmente, ser expulsado por enfrentarse al árbitro del partido tras una dura entrada que protagonizó, en el minuto 81 de partido, contra el interista Politano.

Los incidentes, duramente criticados por todos los estamentos del fútbol italiano, han hecho que el juez deportivo de la Serie A (Primera División) decidiese ayer que el Inter juegue sus dos próximos partidos como local a puerta cerrada y un tercero sin contar con la afición de la Curva. El juez, además, ha sancionado con dos partidos a Koulibaly y a Lorenzo Insigne, del Nápoles, por sus actitudes durante el partido.

Gaetano Micchiché, presidente de la Serie A, aseguró que «estas situaciones no pueden repetirse en el futuro» y garantizó que «se estudiarán medidas para suspender, de inmediato, los partidos en los que se canten frases discriminatorias y racistas». Las palabras de Micciché se produjeron horas después de que Gabriele Gravina, presidente de la Federación Italiana de Fútbol (FIGC, Federazione Italiana Giuoco Calcio), asegurase a Il Messaggero, de Roma, que se estaba planteando suspender el campeonato italiano de la Serie A por esos gravísimos incidentes.

El Inter, por su parte, publicó, a última hora de ayer, un comunicado en el que afectuaba un llamamiento al respeto y a la inclusión, señalando que el club siempre ha estado comprometido para «ayudar a crear un futuro libre de discriminación». «Desde esa noche, hace 110 años, cuando nuestros fundadores nos pusieron en camino, siempre hemos rechazado cualquier forma de discriminación. Por eso hoy nos sentimos obligados, una vez más, a reiterar que cualquiera que no comprenda o acepte nuestra historia, la historia de este club, no es uno de nosotros», concluía la nota.

Carlo Ancelotti, entrenador del Nápoles, aseguró, al termino del encuentro, que había pedido hasta en tres ocasiones al árbitro del partido que lo suspendiese «porque muchos de nosotros y, muy especialmente, Koulibaly, no nos encontrábamos en condiciones de seguir». En el estadio se encontraba el alcalde de la ciudad milanesa, Giuseppe Sala, que pidió disculpas al defensa napolitano «por un acto vergonzoso contra un deportista que lleva con orgullo el color de su piel». Sala ha asegurado que su paciencia con los insultos racistas está agotada.

Por su parte, la muerte de Belardinelli se produjo en un hospital de Milán después de que, en extrañas circunstancias y mientras hinchas ultras del Inter y Nápoles se enfrentaban poco antes del partido en las afueras del Giuseppe Meazza, al parecer con los refuerzos de ultras del Varese, amigos del Inter, y Niza, fue atropellado por un monovolumen.