El Real Zaragoza terminó el partido contra el Tenerife con Rubén con el brazalete de capitán anudado al brazo. Lo había empezado Fernández, el jugador con más antigüedad de los que se alinearon de inicio y en ausencia de Álamo, el primero que lo lleva si está en el campo. No hace ni siquiera tres meses que Rubén aterrizó en Zaragoza procedente de Azerbaiyán y ya ha tenido ese honor por una simple cuestión de edad y veteranía. Una señal más de cómo este equipo lo perdió todo durante los últimos ocho años hasta quedarse sin nada.

En tiempos, un capitán era otra cosa. Un emblema, un líder, un símbolo, un futbolista querido, una autoridad, el jefe en definitiva. Violeta, Aguado, Pardeza, Gaby Milito... A lo largo de su historia este club ha tenido capitanes ilustres. El proceso de degeneración deportiva de la era Agapito Iglesias ha provocado que varios recién llegados hayan sido ya capitanes. Estamos en el principio de otro camino, pero el día que ese brazalete regrese a alguien con solera, reconocido, el Zaragoza habrá vuelto a ser lo que era.