Un error médico cambió su vida, pero no su carácter, su eterna vitalidad, su pasión por cualquier cosa, por insignificante que parezca. Teresa Perales (Zaragoza, 28 años), conocida en Atenas como "la política" por su condición de diputada del PAR, es paralítica. Mientras lucha por un mundo "mejor, más humano, más solidario", en la capital griega ha ganado cuatro medallas, dos oros y dos bronces. Y hoy nada los 50 libres y los 4x50 estilos.

Es muy extrovertida, muy dicharachera, y casi siempre sonríe. Pero, sobre todo, es una persona inconformista que cada día se levanta a las cinco de la mañana "para ir a la piscina y nadar durante cinco o seis horas". Después acude al parlamento aragonés, que tuvo que ser acondicionado para que ella pudiera entrar con su silla de ruedas, y algún día espera ejercer de fisioterapeuta.

Máxima energía

De momento, trabaja con niños afectados por parálisis y focaliza toda su adrenalina, sus ilusiones, en la natación. "Hay que disfrutar de la vida, vivir cada instante con la máxima energía y ayudar a la gente que te necesita", recalca Perales, que en Atenas comparte sus emociones con su madre Eusebia y su hermano David. "Estar en unos Juegos es lo máximo, el premio a muchos años de sacrificio. En Atenas estoy logrando mis mejores marcas, pero me emocioné más en Sydney, por la novedad. Intento memorizar todo lo que ves porque es brutal".

A Perales no le gusta hablar del origen de su enfermedad. En cambio, le encanta debatir sobre los problemas de los deportistas discapacitados. Entonces, Teresa pide que se ayude a los paralímpicos que no han conseguido una medalla y se incentive a los jóvenes a practicar cualquier deporte. Todavía disfruta más cuando charla de su tortuga o de su gran devoción, un perro llamado Golfo. O cuando piensa en su novio, con quien se casará el próximo 8 de enero. "En la Basílica del Pilar, por supuesto", remarca.

De momento, en Atenas ha logrado una notoriedad que le abruma un poco. Rememora sus gestas, pero también se acuerda de muchos discapacitados que no han tenido la misma voluntad que ella. Y de los niños y niñas con los que compartió vivencias, el pasado mes de febrero, en los campamentos de refugiados de Tinduf, en el Sáhara.