Bien mirado, el Barça es favorito para la cita de esta noche. Lo tiene todo a su favor sobre el papel. Mejor plantilla, mejor equipo, estrellas de diferentes tonos que están deslumbrando en el arranque del campeonato y la ventaja de actuar ante su afición. La lógica se impone, como lo hacía horas antes de la final de la Copa del Rey frente al Madrid, por entonces el mejor equipo del planeta, y en la Supercopa contra el Valencia, imponente ganador de la Liga y de la UEFA. El conjunto aragonés llega en inferioridad teórica a esta cita en las alturas para defender su condición de invicto y permanecer en la azotea de la Liga tras finalizar la cuarta jornada, pero esos antecedentes de gloria y títulos demuestran que no lo hará en condición de víctima ni tampoco afectado por la magnitud de la empresa, de la que puede sacar un gran provecho.Desde que Víctor Muñoz se sienta en el banquillo, este equipo tiende a sentirse más cómodo cuanto mayor es el reto, como si el entrenador le hubiera inoculado parte de su personalidad guerrera. Es una actitud que, por lo general, viene dada por la configuración de su plantilla, compuesta en su mayoría por futbolistas jóvenes que ven crecer su motivación ante los mayores obstáculos y jugadores que buscan fortuna deportiva. Ese cóctel embriaga al grupo en la exigencia y, en no pocas ocasiones, le conduce al vértigo frente a enemigos menores. Los hechos confirma que el Real Zaragoza de Víctor se atreve con las hazañas y las consigue. El Barça y el Madrid, por ejemplo, saben lo que es morder el polvo ante este nuevo y atrevido escuadrón que los tumbó en los cuartos y en la final de la Copa de la última edición. Los blancos, además, fueron incapaces de pasar de un 1-1 en su casa antes de presentarse en Montjuïc, y los catalanes, en Liga, perdieron en el último encuentro en La Romareda. En la cuneta de ese camino descansa también el cadáver del Atlético, que se quedó sin posibilidades de entrar en Europa con un triunfo agónico de los aragoneses en el Calderón.La historia sirve para poco en el deporte. Por idéntica razón se podría recordar que el Real Zaragoza no gana en el feudo azulgrana desde 1966. Sí tiene su peso, y mucho, esa postura arrogante, ordenada y competitiva cuando en el presente asoma una supuesta misión imposible. Existen, no obstante, matices para no perderle el respeto al Barça. Uno de ellos, que el conjunto de Rijkaard es el referente del espectáculo, con un ideario de fútbol vertical, rápido y punzante donde el balón viaja en primera clase a la velocidad de la luz. Otro, que el Real Zaragoza va a medirse a su primer rival de envergadura después de tres compromisos en los que ha pasado serios apuros, para después superar dos de ellos (Getafe y Albacete) empujado por el viento de cola de la ambición.CIERTA MEDIDAEl partido de esta noche servirá para medir de alguna forma cuál puede ser el futuro del conjunto aragonés no tanto por el resultado como por el comportamiento, y dirá algo de su verdadero tamaño. Las vibraciones son positivas por la inmediatez de esa hermosa tarde de fuegos artificiales ante el Albacete que rompió esquemas para despiste general: Javi Moreno y Villa se pusieron a golear después de una sequía que amenazaba al equipo y los defensas, vértice del éxito hasta entonces, hicieron aguas como nunca. En el Camp Nou es obligado recuperar el equilibrio y conservar la malicia rematadora ante un rival que atacará como un poseso sin descuidar su espalda. En el ensayo de ayer, Víctor tuvo a los chicos 45 minutos delante de vídeo. Fue para eso, para que sean alegres y moderados.No es probable que Víctor varíe en algo la alineación que presentó el pasado domingo. Se ha llevado a todos (24) menos al lesionado Láinez, porque el viernes el equipo se entrenará en Barcelona, pero el once será el mismo que comenzó el festival contra el Albacete. Será, por decirlo de otra forma, el equipo de la Liga que no conoce la derrota y que está dispuesto a seguir en la gloria por encima de obstáculos de tal envergadura como el de esta noche.