Barcelona volverá a levantarse hoy con su centro neurálgico tomado por taxis que obstaculizan el tráfico, como han estado haciendo durante todo el fin de semana. La protesta podría acabar hoy o prolongarse y agudizarse si el colectivo no recibe garantías de que la proporción de 30 licencias de taxi por cada una de alquiler de vehículos con conductor (VTC), que son las que usan empresas como Uber o Cabify, queda blindada legalmente.

Los taxistas de Barcelona afirmaban ayer que seguirán la huelga, como mínimo, hasta la reunión que los sindicatos mantendrán con el Ministerio de Fomento, hoy a las 12 de un día que amenaza con convertirse en un lunes negro para el transporte privado, el público y los servicios de reparto, pero que en caso de acuerdo podría también tornarse en una jornada de regreso a la normalidad. Entre el colectivo de taxistas existe la convicción de que hay que mantener el paro indefinido hasta que no se tengan garantías («firmadas», puntualizan) de Fomento.

De momento, los taxistas de Barcelona han conseguido lo que ningún gobierno municipal de los últimos años había logrado: echar a los turistas del centro de la ciudad. Ayer, en gran parte de la Gran Via y especialmente en su confluencia con el paseo de Gracia apenas se veían extranjeros, quienes evitaron el centro por la huelga indefinida del gremio.

Dado que la huelga arrancó el viernes por la noche, los turistas fueron quienes más experimentaron la incomodidad este fin de semana. «Sí, están generando problemas a nuestros clientes porque no pueden ir y venir del aeropuerto. Aquí hay gente mayor en silla de ruedas y el tren o el metro no son una solución. Están bastante cabreados con esta situación», certificaban trabajadores del Hotel Avenida Palace, en la Gran Vía.

En otro hotel, un recepcionista comentaba: «Los turistas se quejan porque tienen que ir a hasta la plaza de España a coger el aerobús».

Por su parte, el taxi madrileño se adhirió a la rebelión barcelonesa con un paro, en principio, hasta la medianoche del martes. Ayer, las asociaciones madrileñas planeaban parar la ciudad si Fomento no les blinda por escrito las licencias urbanas de taxi frente a Uber y Cabify. Los chóferes latinoamericanos son importantes en la huelga. En Madrid se escuchan con atención sus relatos, pues en sus países las VTC golpearon primero. Néstor y Santiago tienen parientes taxistas en Ecuador y «su recaudación es irrisoria. Lo están pasando mal», dice Néstor. Si no hay acuerdo con Fomento, colapsarán la ciudad como el sábado hicieron con la Castellana, con una «caracolada» a diez kilómetros por hora hasta Atocha.