Tras pasar por varias empresas como directivo de Recursos Humanos, desde hace cuatro años Carlos Piñeyroa es el director de Innovación Social y Emprendimiento de The Init, la empresa que gestiona el Centro de Incubación Empresarial Milla Digital (CIEM) de Zaragoza. Afirma que su trabajo es "un lujo" porque le permite "conocer a personas muy interesantes todos los días" y sueña con hacer una sociedad más justa: pronto lanzará Cuenta hasta Diez, un proyecto para la inclusión de presos en el mercado laboral.

--¿Qué ofrece The Init a los emprendedores?

--Nuestra diferencia es que tenemos un proceso de aceleración propio: Ensanchar personas para acelerar proyectos. Más que la idea, lo importante son las personas que la han tenido y que la impulsan. Trabajamos con la persona para ensanchar sus competencias, sus habilidades, de manera que, aunque ese no sea el proyecto con el que se va a quedar a lo largo de su vida, poco a poco vaya creciendo como persona para que, cuando llegue ese proyecto vital, esté lo mejor capacitado posible. La experiencia nos demuestra que lo que triunfa no son solo las ideas excelentes; a veces también lo hacen ideas normales, buenas, impulsadas por un equipo excelente.

--Hay cierta dosis de filosofía.

--La economía se construye con base en el esfuerzo de las personas. Si solo apostásemos por las ideas, enseguida les buscaríamos la rentabilidad inmediata. Y esto también produce resultados tangibles. Por ejemplo, en el CIEM de Zaragoza el incremento de proveedores tras dos años de estancia es del 69%, el 70% aragoneses, por lo que se crea tejido productivo. Y el 44% de las iniciativas exportan, y cada empresa del CIEM crea, de media, un empleo al año fijo y a jornada completa. Ahora queremos trabajar una asignatura pendiente, el emprendimiento industrial.

--Defiende que sus centros no son viveros, sino ecosistemas. ¿Qué diferencia hay?

--Un vivero es un espacio dividido en despachos que la gente alquila y sale y entra. En cambio, en el CIEM puedes encontrar emprendedores, profesionales libres, parados, universitarios, directivos de empresas, comercios innovadores... Generamos un ecosistema donde lo único que vincula a la gente es que todo el mundo quiere desarrollar un proyecto empresarial entendido como una propuesta de valor que puede ser útil a la sociedad y por la que, evidentemente, le paguen. Se crea un ambiente muy diverso donde todo el mundo tiene valor para el resto.

--¿Cualquiera puede emprender y ser empresario?

--Estoy convencido. Hay ejemplos a patadas de gente que emprende por necesidad. Defiendo el Bienvenida la conveniencia que termina por convicción. No sabemos de lo que somos capaces hasta que se nos pone el reto delante. Si en esta crisis se ha apoyado el emprendimiento porque no nos quedaba otra, mal; pero todo esto nos ha demostrado que, cuando a la gente se le plantea un reto, es capaz de generar nuevas oportunidades empresariales.

--Puede haber buenas ideas, gente con talento, pero ¿hasta qué punto la falta de financiación es un obstáculo?

--No lo es. El pensamiento que tiene la sociedad de que para emprender hace falta dinero no es cierto. Sí que hace falta para escalar el proyecto. Hay dos modelos de emprendimiento: el micro, la pyme, al que nosotros nos dirigimos; y las grandes incubadoras con mucho dinero detrás. Pero algunos de los inversores con los que trabajamos se quejan de que faltan proyectos donde invertir porque los líderes no quieren que sea escalable. Y este es un proceso de cambio cultural en el que también debemos trabajar.

--¿Cree que los políticos nos han vendido la idea de que emprender es algo moderno y muy europeo porque no son capaces de crear empleo?

--Quizá empezaron por ahí, pero yo creo que hoy se han dado cuenta de que el emprendimiento es una de las pocas salidas a la tasa de desempleo. Aludo de nuevo al Bienvenida la conveniencia que termina por convicción. En Zaragoza hemos tenido mucha suerte porque en el ayuntamiento siempre han entendido que iniciativas como el CIEM crean tejido productivo que se queda en el territorio.

--¿Piensa que en España se ha perdido el miedo al fracaso, como en Estados Unidos?

--No estamos en el modelo americano. En este país hasta hace muy poquito ser empresario estaba denostado. Ahora, todo el mundo tiene en la boca la palabra emprendedor, y hemos pasado ya a pensar que quizá las personas que emprenden y arriesgan tienen una competencia que no tienen las personas que trabajan por cuenta ajena. Porque han tenido el valor de jugarse los cuartos, han tenido una idea, la han movido con ilusión y, ante las dificultades, han luchado. Quizá al final su barco se hundió, pero después de todo ese proceso, la persona es mucho más ancha y está mucho más capacitada y desarrollada.