Los mercados tienen sus propios ritmos internos cíclicos en el corto plazo, más allá de las tendencias más profundas y de una perspectiva temporal mayor. Tal es así que los inversores parecen cantar habitualmente aquella vieja y bella canción de Vainica Doble que decía: "Tu pelo recuerda mucho al mar, / como una visión de tempestad, / y el viento lo agita y arremolina, / flujo y reflujo que me fascina".

Ese flujo y reflujo marino, el movimiento de ascenso y descenso de las mareas, aporta una buena imagen para representar la tendencia que tienen los inversores a comprar cuando llevan mucho tiempo vendiendo y viceversa. Corrección, se le suele llamar en el argot. En los últimos días estamos presenciando la segunda de esas fases. Tras las fuertes subidas de Wall Street de las últimas semanas, los inversores han decidido que los valores estaban demasiado altos para la realidad de las empresas y han comenzado a deshacerse de sus acciones para recoger las plusvalías. El movimiento se ha contagiado a Europa, que igual que subió con el flujo estadounidense ahora le sigue en su reflujo.

El resurgir de las tensiones entre Rusia y Ucrania dio ayer una nueva excusa para las ventas, ya que la mejora de las previsiones del FMI se daba por descontada. El Ibex 35 se dejó 1,19%, hasta los 10.480,5 puntos, en una sesión en la que llegó a caer más del 2%. El interés del bono a 10 años volvió a superar el 3,2%, pero la prima de riesgo se mantuvo en los 164 puntos básicos.