Kenneth Lay, fundador y expresidente de Enron, el gigante energético tejano, cuya bancarrota en el 2001 causó un terremoto en los medios empresariales y financieros estadounidenses, se entregó ayer a la justicia, tras ser acusado de 11 delitos cometidos para engañar a los accionistas y al Gobierno sobre la situación real de la empresa. "No he hecho nada malo y mi procesamiento no está justificado", sostuvo Lay, amigo cercano y contribuyente generoso a las campañas electorales del presidente George Bush.

Casi tres años de investigaciones le ha costado al Departamento de Justicia llevar esposado a Lay ante el tribunal de Houston, donde el miércoles el Gobierno presentó las 65 páginas del acta de procesamiento contra el expresidente de Enron. La acusación determina que conspiró para manipular las declaraciones financieras trimestrales de la empresa, realizó declaraciones públicas falsas sobre la situación de Enron y omitió los datos necesarios en las declaraciones financieras.

Además de este procesamiento, la Comisión del Mercado de Valores presentó también una demanda civil contra Lay, en la que se le acusa de haber hecho declaraciones fraudulentas y de realizar transacciones ilegales con información privilegiada, gracias a las cuales se embolsó 90 millones de dólares en el 2001.

El desplome de Enron, que se declaró en bancarrota el 2 de diciembre del 2001, tras admitir que había inflado sus beneficios para ocultar 15.000 millones de dólares de deudas (12.195 millones de euros al cambio actual, dos billones de pesetas), dejó en la calle a 20.000 de sus empleados en todo el mundo. Fue también el primero de una oleada de escándalos empresariales que empujaron al Congreso de EEUU a reformar las leyes financieras y empresariales hace dos años con el objetivo de aumentar el rigor contable de las compañías.

Lay se añade a los 29 exempleados procesados por la quiebra de la compañía. En su misma situación están el exdirector ejecutivo de Enron, Jeffrey Skilling, y su exjefe de contabilidad, Richard Causey. El Gobierno quiere juzgarlos al mismo tiempo, pero el abogado de Lay, Mike Ramsey, indicó que trataría de lograr un proceso individual para su cliente. "El no tenía ni idea de la profundidad de los problemas de la empresa hasta que se presentó la bancarrota", explicó. "En una compañía tan grande como ésta, tenía que fiarse de alguien", añadió.