El día de la firma --mero protocolo y descripción detallada del acuerdo--, nadie se esperaba salidas de tono. Pero uno de los puntos estrella del documento, la lucha contra la temporalidad, se cruzó en la recta final.

Fernando Machín, de Cepyme, ya avisó en su turno: "Parece que los empresarios tengan la culpa" y reclamó como importante el desarrollo del pacto. "Consejero, confío que no fallarás", pero lo repitió más de lo debido si de verdad se confía. La respuesta a la pregunta final la enfocó a tumba abierta:

-- "La dichosa temporalidad. Lo que no puede ser es que busquemos siempre la ruina de las empresas. Aquí y en Madrid decimos que el empresario necesita contratos a su medida de cada momento...Lo que ha pasado hasta ahora desde que empezó la democracia..."

--"No nos vamos a remontar tan lejos, Fernando", templó Bandrés, que se las veía venir.

--"...cuando yo empecé a estar en esto del mundo empresarial --continuó Machín-- por este sistema se han cargado todas las medianas empresas de Aragón...".

--"La temporalidad es un mal menor para las empresas y los trabajadores", terció para terminarla de arreglar Julián López Babier, de la CREA.

El sindicalismo avanzó hacia el micrófono, pero Bandrés --el anfitrión-- concluyó: "Vamos a dejar los debates filosóficos".