Durante siglos, la sangría fue una práctica médica habitual, que consistía en extraer sangre de los enfermos para curarlos. El griego Galeno de Pérgamo, el médico más influyente de la historia occidental, la recomendaba con entusiasmo. Si el paciente se encontraba muy grave, de hecho, abogaba por practicarla dos veces al día, la segunda hasta que el enfermo se desmayase. A mediados del siglo XIX se demostró su inutilidad general. Pero algunos estudios han apuntado que las sanguijuelas --una de las formas de practicarla-- son útiles en determinados casos, como en los de la reconstrucción de miembros amputados, ya que absorben la sangre sobrante.

También los analistas bursátiles son partidarios de sangrías curativas en ciertas situaciones, principalmente cuando los mercados suben por encima de lo que aconsejan la situación y perspectivas, con el consiguiente riesgo de burbuja. Muchos expertos llevaban tiempo afirmando que esa era la situación, en vista de las fuertes subidas producidas por la nueva política monetaria del BCE. Y parece que la corrección ha llegado. A falta de que la presentación de resultados dé nuevas referencias, los inversores se han lanzado a recoger beneficios, ayer apoyados por la rebaja de los objetivos de Air France (que contagió a IAG) y la posible multa de EEUU a Commerzbank (que hizo lo propio con la banca). El Ibex 35 cayó el 1,83% (3,6% en tres sesiones), a los 10.689,1 puntos, y la prima de riesgo subió a 149 puntos.