En el mundo de los negocios, las horas dan para mucho. Si el jueves por la mañana la junta de accionistas de Ono aprobaba la salida a bolsa de la firma, en paralelo, otra operación se fraguaba: la de la venta de la compañía a Vodafone. Tras rechazar una primera oferta, las dos empresas llegaron ayer a un principio de acuerdo que, a falta de algunos flecos y firma, se concretará con un importante salto de Vodafone en España en cuota de banda ancha, la oportunidad para el operador de competir en ofertas combinadas de servicios y una nueva operación de concentración en las telecomunicaciones.

Las negociaciones llevan meses produciéndose, pero en los últimos días se habían intensificado debido a que se habían acercado posiciones y a que Ono quería continuar con sus planes de su salida a bolsa. La mayoría del capital del operador de cable está en manos de los fondos Providence Equity Partners, Thomas H. Lee Partners, CCMP Capital Advisors y Quadrangle Capital, y estos buscan rentabilizar su inversión, ya sea mediante la salida a bolsa o a través de una venta de la compañía.

DETENER LA SALIDA A BOLSA

El operador rojo había hecho una primera oferta de unos 7.000 millones de euros que Ono rechazó. Tras retomar las negociaciones, según fuentes del mercado, la oferta habría subido hasta entre 7.200 y 7.300 millones de euros (incluidos los 3.300 millones de deuda), una cifra más cercana a lo que buscan los inversores en Ono. Ambas compañías llegaron a un principio de acuerdo ayer, pero quedan por definir algunos puntos (como cómo se realizará el pago) y redactar los contratos, por lo que el anuncio podría demorarse. Tanto Vodafone como Ono rechazaron ayer realizar comentarios, pero fuentes conocedoras de la negociación destacaron que ambas estaban "ultimando" el acuerdo. De concretarse, se cancelará el debut en el parquet del operador.

Vodafone quiere crecer en España, donde la crisis le ha pasado factura tanto en número de clientes como de ingresos finales. El grupo británico tiene liquidez (vendió el año pasado su participación en el operador estadounidense Verizon Wireless por 95.000 millones de euros), y una de las opciones que tiene para crecer en España es comprar competidores más pequeños.

Ono le interesa porque complementa sus servicios: el operador de cable tiene desplegada en unos siete millones de hogares españoles su infraestructura HFC (híbrido entre fibra y coaxial), que permite unas velocidades de descarga de entre 100 y 200 megas, y cuenta con 1,5 millones de clientes. Vodafone, en cambio, basa su oferta de banda ancha en el ADSL (953.000 clientes) y, tras esta operación, pasará de una cuota del 7% en banda ancha en España a más del 20%.

CLIENTES DE MÓVIL

Pero Vodafone no solo ganará los clientes de banda ancha, sino también más de un millón de números móviles, que se añadirán a la base de 13,7 millones de clientes en este segmento del operador rojo. En este ámbito, frenará así la pérdida de usuarios, que incluso estaba propiciando que Orange le diese alcance en el mercado español (a 31 de diciembre del 2013, Movistar tenía una cuota del 33,22% en telefonía móvil; Vodafone, del 24,57% y Orange, del 22,92%).

Pero, más allá del número de usuarios, Vodafone podrá ofrecer a sus clientes paquetes de servicios convergentes, donde realmente se juega la guerra de tarifas: teléfono, banda ancha fija (fibra), móvil y, ahora, televisión. En el campo de la fibra, Telefónica tiene ventaja, pues lleva desplegando su fibra óptica por toda España desde hace dos años, de la que ya tiene casi 600.000 clientes.