El Partido Popular ha vuelto a ganar unas elecciones de ámbito nacional y eso debería preocupar y mucho al Partido Socialista Obrero Español.

A partir de ahora, y hasta las próximas citas municipales y autonómicas, Mariano Rajoy se amparará en un resultado que, visto en su mero aspecto ganador, desprovisto de comparativas, pérdidas y matices, le servirá para justificar su política de recortes y de contención, y para seguir reclamando la confianza del país con la esperanza de merecerla.

A Alfredo Pérez Rubalcaba, en cambio, la derrota no va a servirle de nada, probablemente ni siquiera para ganar tiempo. El hecho es que los socialistas, aunque han reducido distancias con respecto a la derecha, siguen estancados en unos porcentajes muy bajos, y que la campaña europea no les ha servido ni como trampolín, ni como desquite ni como principio.

Muy bueno, por el contrario, puede considerarse el resultado de Izquierda Plural, que triplica su representación europea y se sitúa como el compañero de viaje del PSOE durante los próximos años electorales 2015 y 2016. Cayo Lara, pese a no ser el mejor estratega para la crisis, sigue en ascenso.

Podemos, de Pablo Iglesias, la gran sorpresa, aparece como un auténtico fenómeno electoral, un ciclón capaz de absorber y aventar a Europa todos esos miles y miles de sufragios de desengañados e indignados por los recortes, la corrupción, los desahucios y la desesperación de tantos trabajadores en paro. Aquí, más que a la abstención, es donde ha ido el voto real de la oposición frontal a un sistema que desde las instancias más marginales se ha cuestionado no solo en sus manzanas podridas, sino en la misma raíz del árbol.

La UPD de Rosa Díez prosigue su escalada, lenta pero segura, y enviará cuatro eurodiputados a Bruselas, sin que por el momento resulte sencillo pronosticar si apoyarán los bloques de izquierda o derecha o si se diluirán en la sopa de letras de los partidos independientes, que es donde en principio le correspondería estar a quien tanto critica el bipartidismo.

Tres carabinas, en fin, para la pareja oficial PP--PSOE y un sistema que, en principio, a la luz de los resultados, no corre peligro de muerte, aunque sí debería hacérselo mirar por un médico experto en trastornos de circulación democrática.