El skateboard estará, junto al surf y al break dance, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) de incluir esta modalidad en el evento deportivo más relevante del mundo demuestra el auge que ha experimentado desde sus orígenes en California (Estados Unidos) en los años 50, cuando un grupo de surferos decidió trasladar la sensación de surcar las olas al asfalto.

Ya sea por diversión, como medio de transporte o incluso como una forma de expresarse, cada vez más personas se rinden al skateboard y deciden probar suerte en esta disciplina que ofrece grandes dosis de adrenalina a través de la multitud de saltos, descensos y piruetas que pueden realizarse sobre una tabla o skate.

«Es un deporte que engancha, que no tiene edades ni límites ni reglas», explica Richy Pérez, portavoz del ZGZ Skateboarding Club. Este skater lleva más de 20 años patinando la ciudad con su tabla, primero en plazas como la Seo, el Pilar o el Auditorio, lo que le ocasionaba problemas con la Policía.

Hoy lo sigue haciendo en el skatepark que se construyó junto a la Vía Hispanidad de Zaragoza en el 2001 y que se remodeló hace dos años. Esta instalación es una de las causas del boom del skateboard en la ciudad y tiene su principal atractivo en el bowl o bañera, con pendientes de distintos niveles de dificultad en las que los aficionados puede iniciarse y progresar.

Según el patinador, es «brutal» la cantidad de gente que se acerca al skatepark zaragozano, donde «cada día se ven caras nuevas». El perfil es muy variado. Hay gente joven, chicos y chicas, niños pequeños que empiezan a hacer sus pinitos y adultos que llevan más de 30 años subidos al skate. «Los chavales antes jugaban a la pelota y ahora van con el patín, lo ven más moderno», afirma.

Monopatines desde 70 euros

Quienes desean iniciarse en el skateboard no necesitan invertir mucho. «Depende de lo que te quieras gastar», explica el portavoz de los skaters. Las tablas y componentes se venden por separado. «Una tabla buena con todo el equipamiento oscila entre los 160 y 250 euros, y las hay ya montadas por unos 70 u 80 que están bien para comenzar», relata Richy.

Con algo de ropa cómoda y protecciones para las caídas basta para echar a rodar. Eso sí, el skateboard exige dedicación y esfuerzo. «Al principio es un poco frustrante, porque es más difícil de lo que parece y cuesta tiempo que salgan los trucos», cuenta el skater. Por eso, apunta, «muchas personas que empiezan lo dejan».

Ante esto lo principal es no desanimarse. «Una vez que empiezan a salir los trucos, progresas más rápido». El experimentado patinador recomienda «bajarse al skatepark, quitarse los miedos y las vergüenzas, sentir la adrenalina y disfrutar».

Otra posibilidad es apuntarse a alguno de los cursos que imparten en Zaragoza establecimientos como Not Skate Shop, donde además de poder adquirir material se ofrecen clases para distintas edades y niveles.

Los vídeos de Youtube en los que se explica cómo hacer trucos también sirven de ayuda para los skaters y son otro de los motivos del auge que vive esta disciplina. Un referente zaragozano es Sergio Lucea, el patinador español con más suscriptores en esta red, pero son muchos los que se graban patinando por las calles.

Deporte, transporte y cultura

Además de como deporte, no faltan los que usan el monopatín como medio de transporte. «El skateboard es todo un mundo», advierte Richy Pérez, que detalla que existen multitud de tipos de tablas como las cruiser, con ruedas más anchas para desplazarse por la ciudad, o los longboards, que tienen tablas más largas y se utilizan sobre todo para descensos.

En Zaragoza no es raro ver circular este tipo de patines por los carriles bici. Al igual que las bicicletas y los patinetes eléctricos, los skates se han abierto un hueco en el espacio urbano, gracias a instalaciones como el skatepark -el de Zaragoza fue diseñado por el arquitecto y skater Daniel Yabar-, que reúne a numerosos aficionados a esta disciplina de todos los barrios.

Porque el skateboard es también una cultura, «una forma de vida», según Richy Pérez, para quienes lo practican. «Viajas a cualquier lugar del mundo, te bajas al skatepark y en un par de horas ya tienes amigos. Es un deporte que une bastante». Entre los skaters hay una ley no escrita por la que nadie se ríe de alguien que está empezando y al que no le salen los trucos. «Los skaters se apoyan entre sí y se enseñan unos a otros. No hay competición, hay compañerismo y ganas de autosuperarse», afirma el veterano.

Deporte y forma de expresión, el skateboard también crea empresas y puestos de trabajo. Zaragoza es, desde la década de los 90, un epicentro del movimiento skater en España. Aquí están dos de las principales distribuidoras de tablas a nivel nacional, varios establecimientos especializados y marcas reconocidas a nivel internacional, como Imagine o Nomad.