Que la vacuna contra el coronavirus contiene microchips para controlar a la población, que las mascarillas hacen que respires tu propio dióxido de carbono y pueden causar la muerte, o que las personas asintomáticas no contagian. Son algunas de las noticias falsas o fake news que más han circulado por la red acerca del covid-19. Estos bulos se han convertido en la otra gran epidemia de este 2020, que se contagia sobre todo a través de las redes sociales alimentada por la incertidumbre, el miedo y el exceso de información.

Según el experto en redes e internet, Viriato Monterde, desde el inicio de la crisis sanitaria se ha producido «un repunte espectacular de la desinformación y de las noticias falsas», sobre todo relacionadas con la salud. Agencias de verificación como Maldito bulo han llegado a desmentir 839 mentiras e informaciones falsas sobre el coronavirus, y entre marzo y septiembre del 2020, Youtube borró de su plataforma cerca de 20 millones de videos por contener datos falsos sin evidencia científica.

Monterde asegura que todas las redes sociales son conscientes de esta tendencia y han tomado medidas para frenar la desinformación vinculada a la salud, que es «una cuestión muy sensible». Aunque sigue habiendo «agujeros negros» como Whatsapp, donde «es muy difícil seguir la viralidad de los bulos», porque «no se pueden rastrear y es muy complicado buscar su origen». Gran parte de las noticias falsas se difunden ahora a través de esta plataforma, que también ha hecho algunos cambios para frenar su propagación, como limitar el número de contactos a los que se puede reenviar un mensaje.

Lo que diferencia un bulo o contenido falso de una noticia inexacta o con errores es su intencionalidad. «Los motivos que hay detrás de estas desinformaciones son casi siempre económicos», detalla el también periodista. «La viralidad de los bulos se basa en que son muy llamativos, y esa capacidad de ser llamativos se traduce en clics. El objetivo es captar visitas a páginas web y obtener con ello beneficios económicos», explica Monterde.

Aunque las fake news no son un fenómeno nuevo, durante la actual pandemia se ha creado el caldo de cultivo perfecto para que estas se propaguen con mayor facilidad y que mucha gente llegue a creerse antes lo que lee en un mensaje de Whatsapp que lo que aparece en un medio de comunicación, información que proviene de fuentes fiables y está contrastada.

Por un lado, tal y como indica Monterde, «hay una confrontación entre la visión científica y la negacionista que provoca muchas dudas y caos entre la población». Y por otro, «el exceso de información que hemos tenido durante el confinamiento y después con las medidas de la nueva normalidad, ha hecho crecer también la desinformación», añade el especialista.

A este exceso de información en un corto periodo de tiempo se la ha puesto hasta nombre: infodemia , neologismo reconocido ya por la Fundación Español Urgente (Fundéu) para referirse a la «sobreabundancia de información (alguna rigurosa y otra falsa) sobre un tema». La Organización Mundial de la Salud (OMS) emplea este término desde hace ya tiempo para denominar al «exceso de información sobre un tema, mucha de la cual son bulos y rumores que dificultan que las personas encuentren fuentes y orientación fiables cuando lo necesitan».

A ello, según Monterde, se suma que las personas pasan ahora más tiempo que antes delante de las pantallas y también se generan muchos más contenidos. «En este entorno, la desinformación se cuela mucho mejor. La sobreinformación genera desinformación. Si a estos factores les añadimos la incertidumbre y las emociones, como el miedo o la tristeza, tenemos la combinación ideal para que se propaguen más los bulos y la gente se los crea», concluye el periodista especializado.

"Los bulos son a nuestra mente lo que la comida rápida al cuerpo"

Whatsapp es uno de los principales coladeros de bulos actualmente, aunque la ciudadanía es cada vez más consciente de este problema. Hay una serie de consejos que puedes seguir cuando tengas sospechas de que ese mensaje que te envía un amigo o familiar es una información falsa. Lo primero, según el comunicador experto en redes Viriato Monterde, es investigar la fuente. «Si hay algo que te resulta extraño o te hace dudar, el sentido común es la primera regla», dice.

Para ello te puedes apoyar en los verificadores. En España contamos con tres agencias de verificación reconocidas internacionalmente, que son Maldito bulo, Newtral y Verificat. «Estos verificadores funcionan gracias a la comunidad, verifican lo que la gente les pregunta sobre mensajes que circulan en las redes sociales», explica el periodista.

Si planteas alguna duda sobre un contenido a una agencia de verificación y te confirman que es falso, una cuestión importante es «que lo muevas por los sitios donde a ti te ha llegado», sostiene Monterde, ya que «la viralidad de los desmentidos no es tan grande como la de los propios bulos».

Además, continúa el especialista en periodismo digital, «también hay mucha desinformación basada en imágenes». En este caso, podemos usar la búsqueda inversa de imágenes de Google, siguiendo el icono de la cámara de fotos del buscador que te permite cargar una imagen y ver si ya existía antes, en qué sitios existe y si se corresponde con la noticia que te ha llegado o es de otro tema.

Finalmente, ante cualquier tipo de sospecha, la regla de oro para atajar los bulos y mentiras es no difundir un contenido que no estés seguro que es cierto. «Al final, la información que consumimos es a nuestra salud mental lo que la comida a nuestro cuerpo. Si comemos mucha comida rápida, afecta a nuestra salud. Si nos movemos en un entorno lleno de bulos, también nuestra cultura y nuestra capacidad de reflexión se ven afectados», compara Monterde.