El breaking nace en los barrios pobres de Nueva York en la década de los 70 y deriva de una danza anterior conocida como rocking. Algunos rockers empezaron a experimentar más con el suelo realizando acrobacias y piruetas, dando lugar a lo que hoy conocemos como breaking o break dance, como empezaron a denominarlo los medios de comunicación en los 80. «En general, la gente que bailaba breaking era gente con pocos recursos, era un medio de expresión de las clases más pobres», cuenta el b-boy zaragozano Nacho Fernández.

Con los años, el breaking ha ido evolucionando y se ha convertido en una actividad muy practicada en todo el mundo. En los 90, grandes marcas como el fabricante de bebidas energéticas Red Bull se fijaron en esta disciplina y empezaron a organizar competiciones nacionales e internacionales. La modalidad de estas competiciones son las batallas, en las que dos b boys o b girls se enfrentan mostrando todo su repertorio técnico y expresivo, y un jurado elige a uno de los dos como ganador.

Al contrario que en otras disciplinas olímpicas como el patinaje artístico o la gimasia rítmica, el breaking no cuenta con un sistema de valoración consolidado. Hace seis años un colectivo canadiense creó OUR System, una aplicación informática para ayudar a los jueces a tomar decisiones. Pero este sistema no ha calado, y actualmente se está desarrollando otro conocido como Trivium, que permite a los jueces valorar los distintos aspectos de una actuación de manera más precisa.