Hubo una vez un tiempo en el que los caballeros que traicionaban a su rey eran condenados a no morir. Ser inmortal puede parecer una bendición pero sigues sintiendo el dolor físico y psicológico. Estos caballeros eran desterrados a las tierras del mal donde habitan los muertos que tienen algo pendiente por hacer, criaturas mitológicas incluyendo demonios, y los guardianes que son todopoderosos y protegen las fronteras entre las diferentes regiones.

Esta es la historia de uno de esos caballeros caídos que estaba condenado a no morir, luchar para derrotar a los guardianes y conseguir su libertad. El caballero estaba muy confuso ya que apareció en una fuente que tenía vegetación a su alrededor, pero al alejarse de la fuente el cielo no era azul, era gris y no había nada más que tierra seca.

El caballero empezó a deambular por aquel lugar y encontró una figura humana encogida con sus brazos y piernas con una túnica raída y desgastada. El caballero pensó que necesitaba ayuda pero estaba equivocado ya que la figura humana lo apuñaló. El caballero se puso de rodillas y miró a su agresor: este tenía un rostro insólito, pálido y escalofriante. Después, el caballero cerró los ojos y se derrumbó pensando que era su fin.

Al despertar no tenía heridas y volvía a estar en la fuente. El caballero se preguntó varias cosas: ¿Tenía que utilizar su sable para avanzar aunque no le gustase? ¿Al morir volvía al punto de partida? ¿Quiénes eran esos monstruos?