Soledad Puértolas tiene la sensación de que Música de ópera (Anagrama) es una novela que se debía desde pequeña: «Yo soy una niña porque me sigo encontrando muy afín con la niña que fui, con haber sentido la extrañeza del mundo que me rodeaba y yo lo quería escribir porque decía ‘qué raro es este ambiente, qué sensación de silencio’. Todo esto era algo pendiente que yo sabía que escribiría algún día». Y todo ha desembocado en una novela que la zaragozana presentó ayer en la librería Cálamo de la capital aragonesa y en el que las mujeres son protagonistas.

«Quería narrar la historia que yo he vivido, el legado del pasado desde la generación de mis abuelos, mis padres y me encontré con que lo contaban la abuela, luego una tía… pero no fue una cosa premeditada que fueran voces femeninas aunque una vez que salió así pienso que es lógico que lo sean porque es un legado recibido desde el interior de las casas, de la vida familiar y doméstica, y esta recaía en las mujeres. Los hombres estaban fuera de casa, tenían sus trabajos, luego se reunían juntos y no daban paso al mundo de los niños, había muchísima separación, a mí me ha asombrado mucho ver cómo ha ido cambiando la sociedad», dice la escritora antes de entrar de lleno en la evolución que ha tenido la mujer: «Mientras lo escribía pensaba qué distinta fue mi infancia de lo que yo veo que es la de mis nietos. Y, efectivamente, han sido las mujeres las que han ido elaborando ese relato que ha ido cayendo sobre mí porque yo he hablado mucho más con mis abuelas y con mi madre que con mis abuelos, mi padre y mis tíos, es así».

CIUDAD DE PROVINCIAS

Música de ópera transcurre en el seno de una familia acomodada de una ciudad de provincias. ¿Puede ser Zaragoza? «Puede ser, no digo que no, lo que no me ha interesado es recalcar qué ciudad es porque yo no soy escritora costumbrista y eso me hubiera obligado a dar unos detalles muy coherentes de la realidad. A mí me gusta la parte de la invención, la literatura para mí, si no tiene la parte de la invención sería una crónica, levantar acta de lo que pasó. Los escritores de ficción queremos aportar esa otra mirada de lo que son los recuerdos, los sueños y que vale tanto y pesa tanto como los datos reales», afirma la aragonesa, académica de la lengua.

Sin embargo, Puértolas nunca le da a sus novelas un aire de revancha ni moralista. Casi se podría decir que es norma de la casa: «Creo que cuando uno hace literatura, el lector juzga. Yo los recuerdos que he recibido son los que tengo, lo que me ha ido haciendo. Esta no es una novela de juicios, es una novela literaria, de una herencia, de unas sensaciones y emociones y de unos valores que están ahí y se pueden juzgar pero la novela no está hecha para juzgar».

Con respecto a la histórica jornada del pasado 8 de marzo, la escritora, premio de las Letras aragonesas en el año 2003, no dudó en calificarla de rotundo éxito: «Después del año pasado, la duda era si se iba a mantener o no la fuerza y se ha visto que la lucha por la igualdad sigue en pie y con el mismo entusiasmo. Algo que va a influir mucho en la sociedad. Cuando hay una cosa tan poderosa, influye mucho y más algo como esto en lo que efectivamente que todo el mundo está de acuerdo, hay que conseguir esta igualdad entre hombres y mujeres», concluye Soledad Puértolas.