En el 120 aniversario del nacimiento de Ramón J. Sender, ayer el Instituto de Estudios Altoaragoneses de la Diputación Provincial de Huesca ha invitado hoy a Edurne Portela para que pronunciará una conferencia en la que la escritora vasca abordó los Afectos e imaginación ética en Ramón J. Sender, o de cómo su literatura despertó mi conciencia política. Un acercamiento que ha realizado, tal y como ha dejado claro al comienzo de su intervención desde un punto de vista personal, «desde la lectora que fui y la escritora que quiero ser ahora», ha dicho una Portela que ha hablado sobre su descubrimiento de la obra de Sender y centró su intervención en «el primer periodo literario del autor» de donde surgen novelas como Siete domingos rojos Siete domingos rojos(1932), Mister Witt en el cantón (1935), Contraataque Contraataque(1938) y las nueve novelas que conforman Crónica del alba (1942-1966).

En todas esas novelas «del periodo inicial del escritor oscense», ha resaltado Portela, «se ve la libertad y la rebeldía que formaban parte del carácter indómito de Sender y que me cautivó en la juventud y lo sigue haciendo ahora». La escritora ha recordado que Siete domingos rojos le impactó de una manera grande y que fue ahí donde descubrió que «la conciencia se forja en la dimensión de los afectos y que si no, no existe empatía no se puede participar en lo público».

Y ha partido de esa novela y de su prólogo para desarrollar la parte inicial de su conferencia: «En el prólogo, Sender ya dice que no se dirige al entendimiento del lector sino a su sensibilidad porque el foco está en el sentir, son los afectos los que mueven a esos personajes y el aliento poético es lo que le da vida a todo», ha aseverado Edurne Portela antes de ir más allá y analizar que, en realidad, Sender estaba equivocado porque «a través de los afectos, Sender transforma nuestra imaginación y nuestra visión de la realidad».

Portela ha basado su repaso por estas obras de Sender en el filósofo Baruch Spinoza («Unamuno copia a Spinoza y si nadie se da cuenta es porque nadie lo ha leído en España», decía Sender) ya que «toda su obra tiene una pulsión espinoziana con esa visión humanista que tenía ese anarquismo del que renegó pero confesó su condición de anarquista en una carta a Carmen Laforet ya con 70 años. Sender era un enamorado de la libertad». Para Spinoza, ha recordado la escritora y periodista, cualquier problema político se dirimía en la zona de los afectos de los que había tres primarios, «la alegría, la tristeza y el deseo».

Sobre el pilar de este último, Edurne Portela ha abordado Siete domingos rojos donde el «deseo es el motor político que impulsa los movimientos revolucionarios. El deseo de la libertad está implícito en cada uno de los personajes», ha explicado antes de señalar que en el final del libro, «cuando todo se ha teñido de sangre y después de la huelga general, hay una reflexión muy explícita sobre la libertad como sentimiento y no como idea».

Tras repasar también desde ese punto de vista Mister Witt en el cantón, Edurne Portela se ha detenido en Contraataque. «Si las obras anteriores que he comentado estaban centradas en el aspecto afectivo, aquí nos encontramos con una obra creada desde la posición del testigo y el lenguaje de la crónica donde cuenta en una libro imprescindible su participación en la guerra y se aborda también esa idea que contrapone deseo y miedo», ha dicho Portela que ha recordado que «él escribía como arqueólogo de sí mismo y a modo de exploración de su propia identidad».

Tras analizar también de manera concisa Crónica del alba de Sender, la conferenciante ha señalado que no existe una «literatura comprometida que no despierte la imaginación y remueva los afectos porque solo así se transforma nuestra mirada. Y Ramón J. Sender combatía la estupidez como lo era la falta de imaginación o la despreocupación por la suerte del ciudadanos y ahí está, precisamente, su compromiso con la política de su época y de la nuestra».