Alfonso Cuarón (México D. F., 1961) podría seguir viviendo sin un Oscar. Al director no le da miedo perder una estatuilla de la meca del cine. Lo que no puede soportar es que alguien "haga mierda" una película suya. Eso sí que le asusta. Le pasó con Hijos de los hombres (2006), que ahora es algo así como un clásico pero en su día fue maltratada por la crítica. "Eso sí que me asusta, no los Oscar", confesó el cineasta durante el pasado Festival de San Sebastián, donde la prodigiosa Gravity deslumbró y agotó entradas y donde Cuarón se enfrentó a la prensa acompañado por su hijo mayor, Jonás, con quien escribió al alimón el guion de su emotiva odisea especial.

En todo caso, lo raro es que a Cuarón (que firmó un Harry Potter) todavía le duela el vapuleo con Hijos de los hombres. El mexicano --que, como tantos otros artistas, fue un niño solitario que compensó su falta de amigos con una pasión desbordada por el cine--, nunca mira atrás. "Muchos de mis colegas tienden a tratar sus películas como hijos. Las cuidan y las montan de nuevo para la edición en DVD. Yo las veo más bien como si fueran mis exesposas (Cuarón se ha casado y divorciado dos veces): las amé, se lo di todo y lo recibí todo de ellas, pero ya no nos vemos".

Tiene gracia que una de las películas más tecnológicas del año esté dirigida por una persona que a duras penas se maneja con internet y el correo electrónico. Puede que a Cuarón (primer latinoamericano que gana el Oscar al mejor director) le desborde la tecnología, pero lo que tenía claro es que quería realizar una película con la que meter al espectador en la máscara de un astronauta, oficio con el que también soñó de niño. Para el papel protagonista, Cuarón soñó con Angelina Jolie, pero el proyecto se retrasó (en total, han sido cuatro años y medio) y la mujer de Brad Pitt tenía la agenda completa. Alejandro González Iñarritu (Biutiful) le dijo: "Saca a una actriz de su confort y rompe la imagen que tenemos de ella". Cuarón fichó a Sandra Bullock, que ha ganado un porrón de millones porque exigió a Warner un porcentaje de la taquilla. Jugada magistral. Como la película.