Igual que suya fue la foto de Marlon Brando de camiseta rasgada en ‘Un tranvía llamado deseo’, lo fue la idea de la no menos icónica de Marilyn Monroe con la falda ondulante de su vestido blanco sobre la rejilla de ventilación del metro para ‘La tentación vive arriba’. La amistad entre la actriz y Sam Shaw nació cuando siendo Marilyn amante de Elia Kazan este le pidió que trajera y llevara en coche cada día al rodaje de ‘¡Viva Zapata!’ al fotógrafo, que no sabía conducir. Aquella imagen de 1954 para la comedia de Billy Wilder, que consolidó la leyenda de la estrella, se le ocurrió a Shaw tras leer el guion y recordar una fotografía que tomó en 1941 de una joven en un túnel ventoso bajo la mirada pícara de un marinero. Al rodaje de la escena en la avenida Lexington de Manhattan acudieron tantos y tan escandalosos fans que tuvieron que repetirla poco después en un estudio cerrado para que no hubiera seguidores. El resto de las imágenes que realizó de su amiga, apunta la directora del archivo de Shaw, Melissa Stevens, siempre fueron entre bastidores y muy «sola».