El mismo día en que se cumplían 400 años de la salida de imprenta del primer ejemplar de El Quijote , el Gobierno dio ayer a conocer los actos que, a lo largo del 2005, conmemorarán la aparición de la primera de las novelas modernas. Un "proyecto de Estado", según el Ejecutivo, que costará a las arcas públicas alrededor de 30 millones de euros (algo más de 5.000 millones de pesetas), y que abarcará todos las manifestaciones artísticas, desde el cine y el teatro hasta las exposiciones, la danza y los debates en torno a la figura del hidalgo.

Fue José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno, el que llamó la atención sobre el hecho de que la reunión constitutiva de la comisión conmemorativa de este centenario se celebrara en tan señalada fecha, una comisión de la que él es presidente. Así lo destacó en un discurso que fue repartido pero que no pronunció, ya que optó por acudir a la reunión de la comisión ejecutiva del PSOE. Una ausencia destacada pese al empeño que "el ciudadano Zapatero, primero, y después el ciudadano presidente", en palabras de la ministra Carmen Calvo, tiene desde antes de ganar las elecciones por el personaje nacido de la imaginación de Miguel de Cervantes.

De hecho, en su discurso, el jefe del Ejecutivo asegura "tener como propios ciertos ideales y sueños" defendidos por el hidalgo. "El quijotismo --dice Zapatero--, es una categoría moral, la de quienes creemos que es posible mejorar la sociedad, transformarla en un espacio más habitable y más justo para todos".

HUIR DE LOS FASTOS

Más allá de los discursos virtuales , los 70 miembros de la comisión del cuarto centenario del Quijote dieron el visto bueno a unos proyectos que ha coordinado el Ministerio de Cultura bajo la supervisión del presidente ejecutivo de la comisión, José Manuel Blecua. Además del objetivo de mantener y aumentar la curiosidad por un personaje mundialmente conocido, los responsables de la administración central pretenden que "en la efeméride no haya sitio para los fastos", es decir, que los actos programados duren en el tiempo y no sean elementos efímeros.

La mayoría de los actos organizados por el Estado se celebrarán en Madrid y Castilla-La Mancha, aunque las autonomías también tienen programas específicos.