La Zaragoza de los años 20 y 30 del pasado siglo, la de Miral, Baselga, Borobio, Soldevila, la facultad de Ciencias, los ensanches, la CNT, el cuartel del Carmen o las casas baratas de la Ciudad Jardín constituye el fondo de la historia que Joaquín Leguina (Villaescusa, Cantabria, 1941) cuenta en su última novela El rescoldo (Alfaguara), que ayer presentó en la Universidad de Zaragoza.

De ese escenario, que prefigura el drama general de la guerra civil, emergen los personajes: La familia Vió, oriunda del Pirineo, inmersa por sus negocios en la oligarquía zaragozana. Jesús, el hijo, un superdotado para el cálculo y Francisca, una sobrina que ha quedado huérfana, crecen juntos. El muchacho llega a ser un eminente matemático, encandilado con resolver el enigma de Fermat: (la imposibilidad de escribir un cubo como la suma de dos cubos, o en general de cualquier potencia mayor de dos como la suma de dos potencias iguales) y da clases en la Universidad. Francisca le propone casarse, no sin ciertas condiciones.

La segunda parte de la novela da un salto hasta nuestros días, cuando un nieto, que ha crecido ignorante de la historia de sus abuelos decide investigar su oscuro pasado. Sólo sabe que Jesús murió en 1946 y que Francisca desapareció en los primeros días de la guerra. Poco a poco irá descubriendo el lado secreto del matrimonio de sus abuelos, que incluía a un tercero, Germinal Ors, un maestro anarquista que se convertirá en el otro lado del triángulo y cuyo cadáver encontrará emparedado en la casa familiar del Pirineo,

Joaquín Leguina, que vivió unos meses de semiclandestinidad en Zaragoza durante un estado de excepción en los años 68-69 "en una transversal de la Gran Vía donde no sabría ahora volver", declaraba ayer que había construido a lo largo de dos años de trabajo "un tremando drama personal, dentro del drama general entre la revolución y la reacción". El escritor y político afirmó que un novelista "debe poner en segundo plano la historia para sacar a flote el plano personal".

Leguina aseguró que "un niño prodigio es un personaje literariamente muy atractivo", además que le permite confrontar "dos enigmas": el matemático que pretende resolver y el de esa familia. Pero el autor destacó el personaje femenino y "su libertad asombrosa".