David Trueba ha sido siete veces nominado al Goya y siempre se ha ido de vacío. Ha llegado la hora de que la Academia haga justicia. Se lo merece por muchos motivos. Entre ellos, porque Vivir es fácil con los ojos cerrados es la película más luminosa del año, la más optimista. Y eso es lo que necesita el cine español en estos tiempos oscuros: buen rollo. El Goya, además, serviría para que el filme tuviera una segunda y muy necesaria vida comercial. OLGA PEREDA