Colores que se funden en formas geométricas imperfectas e imágenes impactantes que se mezclan creando un laberinto. Y detrás de todo ello, un toque de ironía y doble sentido.

Así es la exposición del artista zaragozano Enrique Larroy titulada Chapa y pintura, en la que hay chapa, pero bastante más pintura. "Reivindica los oficios manuales y el juego", declara el pintor Enrique Larroy.

La muestra, que transita entre el pop-art y el minimalismo y muestra la obra actual del pintor aragonés, se podrá visitar en La Lonja de Zaragoza hasta el 16 de noviembre. Una muestra que "tiene un concepto", según afirma Juan José Vázquez, gerente de Zaragoza Cultural.

La exposición reúne 52 obras, la mayoría pinturas de gran formato y técnicas mixtas, realizadas en los últimos tres años. Entre ellas, se incluye una instalación que da título a la exposición, una intervención mural de 17 metros y un políptico compuesto por 15 telas que se expanden a lo largo de 18 metros.

El recorrido comienza en Muestrario. Síntesis, una pequeña pieza compuesta por puertas descatalogadas combinadas con una fotografía antigua que ilustra "una casa del futuro" de los años 50 que se completa con seis grandes chapas de aluminio de vivos colores esmaltadas en alto brillo donde "el color es el protagonista".

Pero como una buena "exposición de enredos", como explica Larroy, cuando estás observando esta obra, la mirada ya se dirige a la siguiente. Simbología discreta permite una intervención expansiva en la que el cuadro queda camuflado en un código de barras de 17 metros en dos planos de pared. Entre los cuadros, se incluye una obra de 2011, la más antigua de la muestra, que recoge obras de Liubov Popova, Lee Krasner, Helen Frankenthaler, Bridget Riley y Matilde Pérez, que el autor hace suyas realizando "capas" de pintura con impresiones digitales y serigráficas sobre metacrilato, aluminio anodizado y papel.

Chapa y pintura concluye con un cuadro que representa a una pelota gigante, objeto recurrente en las obras del autor, "o una sombrilla vista desde arriba". Esta obra contrasta con la fotografía de una máquina antigua.

La muestra no se queda en el color y la forma. Debajo de ello, el autor juega con el doble sentido en sus títulos ya que "el color invisible es el título", dijo Larroy citando a Duchamp.

Desde que en 1973, Larroy se presentara como pintor, su trayectoria se ha singularizado por la construcción de un escenario inestable, asentado en la contradicción y decididamente abierto a la sorpresa con el propósito de que su obra sobrevuele tiempos y espacios indefinidos.

En definitiva, en esta muestra actual de la obra Enrique Larroy se puede ver trazos del pop-art y el arte cinético y por otro lado, un toque de minimalismo y surrealismo que se completa con las paradojas de sus títulos y los efectos ópticos de sus formas.